domingo, 28 de noviembre de 2010

Calabobos



Banksy. “Balloon gril”



Entre tanta emoción, como cuando los naturalistas hallaron tigres a 4000 metros de altura, en las montañas del Himalaya, le sorprendió su hallazgo. Allí estaba, camuflado con un sombrero extrafino Iraca color azul. Pero el cigarrillo le identificó, al igual que su actitud fanfarrona y arrogante.

Como cantaba J. Drexler: "Nada se pierde. Todo se transforma". "Y se conecta. Estamos en todas partes. Pero no somos todo. Somos una célula pasando información a otra célula. Una porción delimitada y perdida en el reticulado del mundo. Vivimos en un archipiélago de cables y radiaciones. Un mar salado con redes de camalotes digitales. Nos escribimos de noche. Comentamos los hechos del día. Preferimos los mensajes instantáneos. Nos escribimos correos. Hoy me dijo que estuvo revisando su cuenta de mail. Para nosotros el monitor es un imán eléctrico, un condensador de energía, un dinámo. Apoyas la cabeza en la pantalla y te da amnesia. Cada tanto, sin embargo, necesitamos el contraste y salimos a la calle". Hablar De Mí, Autores Varios.

No hubo saludo, ni respuesta alguna a sus palabras. Sus zarpas habían rebasado suavemente su espalda y en un giro imperceptible, con mucho cuidado, sin que sus uñas dejaran marcas en un corazón aprisionado y sometido, desechó su presencia. Su voz ronca junto con los ojos enormes sonriendo ante la muerte inminente de su víctima, ignoró su presencia. Ella aprendió que los calabobos y los chubascos no importan, que nada equivale a la prórroga de la espectativa. Lo intuía y desatender era el alimento de las personas.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Violeta



Sirena, Antón Castro


A veces le molestaba recibir consejos, sobre todo cuando no los pedía. Estaba convencida que resultaba muy difícil encontrar un buen consejo para una situación determinada y siempre dudaba, ¿cómo lo habrá encontrado? Acertar con un consejo sin que a continuación sea sacado de contexto por el aconsejado, quien luego termina echando la culpa de su fracaso al consejero, es toda una pericia que pocas personas lograban dominar.

Pero en aquella ocasión decidió apurar esa ganga y allí estaba, descubriendo que la luz blanca estaba constituida por la superposición de todos los colores primarios. Y, con toda certeza, esta luz pura e íntegra se descomponía en luces monocromáticas, estableciendo los colores principales:

- Rojo. El color que sufre menor desviación, por tanto, era el que menos cambiaba su trayectoria e intenciones. Su corazón rojo molibdeno venenoso, ¿es el que menos desvío sufría con respecto a su posición correcta? "Carne tuya me parece, rojo lirio, junto fresco" Federico García Lorca.

- Violeta. El color que se amolda al mayor extravío, tal vez por eso ofrecía la posibilidad de una mayor percepción por el ojo humano. Se aferró a la creencia que relacionaba este color con las sirenitas ocultas entre los humanos. Aquella vieja leyenda urbana que trataba sobre la vida secreta que, en una zona desprovista de lugares donde nadar, llevaban un ser mágico venido de las profundidades del mar, cuyo aura dejaba prendido en la retina del que la observaba un velo de tonos violáceos.


Me quité un brazo, una pierna, un ojo, me desprendí de media alma y me siento igual a cuando no te tenía. Pero ya uní mis partes, cosí mi ojo a mi pecho, mi pierna a mi brazo, y mi brazo a mi trasero, ahora soy normal, soy el rey del descontento.

Edel Juárez

domingo, 21 de noviembre de 2010

Pequeños placeres



Wassily Kandinsky. Pequeños placeres


Y al salir del hospital, el celador se despidió de ella con un "ya nos veremos... ¡hasta pronto!". En ese adiós que aquel hombre le espetó con intenciones de cortesía, ella solo encontró cierta contrariedad y desazón; ¿dónde se había oido que encomiaran y alabaran su vuelta al hospital?

Era la tercera visita en solo cuatro semanas. El diagnóstico era claro: estrés. Y en todas las ocasiones, los médicos le habían indicado los distintos niveles en que se encontraba: a nivel cognitivo, no dejaba de tener pensamientos y sentimientos de miedo y aprensión. Desde hacía varios meses, continuamente rumiaba sus temores, dando vueltas a los temas que le preocupaban, "yo no puedo con esto...", "soy muy perfeccionista y me gusta todo muy ordenado". Entre las sensaciones de inseguridad, aparecieron dificultades de concentración, falta de memoria.

Otro de los niveles que le indicaron en el hospital: el fisiologico, era el más doloroso. Desde hacía varias semanas su cabeza estallaba sobre por las tardes, otras debilidades afloraron: cansancio, insomnio, sensaciones de ahogo, enfermedades en la piel con la correspondiente descamación y piel reseca, sobre todo sus labios agrietados eran inmunes a la vaselina.

La recomendación del fisioterapeuta fue definitiva: "busca tu lado B, el lado que nadie ve, el lado oculto, secreto. La gente muchas veces solo ve el lado A de las cosas, mientras que el lado B ocupa un espacio secundario e incluso, hay quienes lo ocupan para incluir aspectos, matices que no otorgaría una categoría especial para vivir diariamente. Pero el lado B es de mayor gusto que el sencillo y esa preferencia lleva a que, lo que originalmente estaba pensada como una acción o hecho no protagonista o accidental, termina convirtiendose en todo un éxito o celebración".



Hay que inventar respiraciones nuevas. Respiraciones que no sólo consuman el aire, sino que además lo enriquezcan y hasta lo liberen de ciertas combinaciones taciturnas. Respiraciones que inhalen además las ondas y los ritmos, la fragancia secreta del tiempo y su disolución entre la bruma. Y para eso hay que inventar un nuevo aire, unos pulmones más fervientes y un pensamiento que pueda respirarse. Y si aún faltara algo, habría que inventar también otra forma más concreta del hombre.

Roberto Juarroz.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Derechos del Niño





LOS ULTRAJADOS

Los ultrajados se pasean por el balcón
y desde la parte superior
le hacen señas a los niños de la plaza
éstos no conocen la luz del sol
una malla atraviesa las cortinas
y detiene el vuelo de las mariposas
alguien parece venir
se miran mutuamente
el silencio se detiene
y comienzan los gritos
es la rutina de todos los días
dura tan sólo unas agudas lágrimas
el abusador desgarra los vestidos
y la inocencia de la pequeña Blanca,
mientras Erasmo presencia
la fatal desfloración
de repente
la puerta se cierra
retorna el silencio
se detiene el vuelo de una mariposa
en la malla del ventanal
y reincorporándose
hacen señas
desde la parte superior
a unos niños que jamás jugarán con ellos.

Jóvenes Letras de Chile

La Convención Internacional sobre los Derechos de la niñez, adoptada por la ONU en 1989 y firmada a la fecha por 160 países, abarca los derechos de supervivencia, crecimiento, protección y participación de los niños.

“Tienes derecho a exigir que la lectura sea un espacio mágico, admirable y sorprendente; a que todos reconozcan y contribuyan a hacer de ella un acontecimiento fascinante; y a leer en las orillas del mar, en la cumbre las colinas, en un bote surcando el río o trepado en la copa de los árboles. También a leer los libros al revés, si ése es tu deseo”. Derecho a la Esperanza, Danilo Sánchez Lihón, presidente del Instituto del libro y la lectura de Perú.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Momentos de tranquilidad




Y así se despertó, queriendo huir de su lástima, de sus miradas y ripios piadosos que le acompañaban cada dos o tres días. Ella aceptaba de alguna manera, la sombra inclinada que su imagen proyectaba en los escasos intercambios de palabras, como si extendiese sus brazos para recordarle su beso guardado unido a sus dos palmaditas de ánimo en la espalda.

Tras encender la luz, pasada esta impresión y descubrir la hora, las cinco menos diez de la madruga, se confortó al pensar que aún le restaban tres horas para levantarse. Intentó abstraerse imaginando animales mitológicos que empleaban los cuentos infantiles para embelesar y maravillar a los niños. Y así recordó su pueblo Moguer, continuó enlazando y llegó hasta la recopilación de historias de su pueblo, sobre un burrito blando, suave como una nube, o muchos burritos que son uno: Platero y yo de Juan Ramón Jiménez.

En aquella pista especial y discreta donde solo podían entrar en ella los apasionados a soñar despiertos, los que remolcarón y no abandonaron ese niño que llevaban dentro, los que en ninguna ocasión hollaron las uvas como si fuera arena. Poco a poco, recobró la serenidad y comprobó que dar sin recbir apostando por lo desconocido, albergar esperanzas y creer en la magia, no era de lo más iluso y utópico que a simple vista podría parecer...

soledad = tranquilidad
tranquilidad = momentos de inspiración
momentos de inspiración = cartas con forma de mujer
mujer = inspiración tranquila con forma de cartas de soledad

Nacho Buzón

domingo, 14 de noviembre de 2010

El parque




Y mientras paseaba con su perro por el parque, descubrió diferentes árboles que le llamó la atención, llegó a sentirse como David Noble, quien se topó con un bosquecillo en el que había menos de 100 ejemplares de un árbol desconocido y resultó que se trataba de un indivíduo prehistórico que se creía extingido desde hacía mas de 2 millones de años, el pino wollemi.

Contemplando un aromo, una catalpa, un tilo, un haya péndula, un arce japonés, un tulipanero, un roble sedoso, un abedul, un olmo,un álamo plateado, un sauce llorón pensó en el poema de Mario Benedetti: "Los árboles ¿serán acaso solidarios?". Soportan los rasguños y el orín de los perros, los nidos de los pájaros sobre las ramas, las marcas en forma de corazón de los enamorados, los golpes de las pelotas de los niños...

Pero los parques, con sus árboles como representantes, continúan disfrazando a los visitantes. Lugar predilecto donde se guardan aquellos que no tienen residencia ni trabajo, seres enfermos. Sus voces se agitan entre la arena y el polvo, se elevan como los remolinos que más allá del sonido se malogra, que al otro lado de la berja fenece en secreto.

A uno le gusta echarse sobre cualquier intento, saberse lo mejor, universo particular cielo de infelices. Llegan entonces los elegidos ofrecen llaves de aire, damos una cita, huimos hacia dentro. (Jacqueline Goldberg).

jueves, 11 de noviembre de 2010

Sin condiciones




Mientras tecleaba en la máquina de estenotipia para realizar la subtitulación en tiempo real para personas sordas, consideró que si algún día llegara a escribir lo haría para salvarse, ya que nunca se atrevió a hablar, ningún murmullo atendió a sus avisos. Al menos visualmente, las palabras a través de un texto dolían menos o incluso no observaban con cautela, puesto que la trampa que él le tendió y ella se vió envuelta, lo apreció como un bonito engaño.

Tampoco pedía tanto: solo algo de cariño, algo de ternura, algo y mucho de pasión, todo bien mezclado constituía una pizca de amor, un diminuto amor pero tenaz y constante. Se acomodó a su traza diaria por cualquier vía. Su mirada clara y limpia mediante aquellos ojos negros, aojaron su capacidad de discernir un corazón especializado en aplastar hormigas.

Pero él, que no oía o no oía bien, no escuchó su mirada e interpretó sus labios y a pesar de los gestos, semblante, ademanes y guiños, esta vez sobrevino el temible desenlace, sin posibles respuestas. Ni sus cuencos de cristal o los nuevos brotes verdes unidos con la tristeza de la retirada final, le hicieron entender el porqué de aquel final sin viaje en el tren blanco, sin humos, repasando "que la miseria de su corazón se sintiera al fin acompañada".



Escriba libros sólo si lo que va a decir en ellos usted nunca se lo confiaría a nadie.

Emil Michel Cioran

domingo, 7 de noviembre de 2010

Copia pirata



Samuel Montalvetti


Mientras escuchaba las profundidades del océano desde su ordenador, percibiendo sonidos de barcos, delfines, cachalotes, ballenas... a través de doce micrófonos distribuidos en el fondo del mar, pensó que esta vez no escribiría sobre su propio abismo, había muchos asuntos interesantes respecto a los que tratar: temas sobre cosas positivas, grandes hechos heroicos de la gente común o los sacrificios de unas personas por otras o incluso, acerca del amor (no carnal). Intentó inventar algo fantástico y que tuviera romance, drama, secretos y también alguna desaparición.

Pero esta vez no tenía ningún esbozo respecto al tema a tratar. No comulgaba con el fin de semana pastoral y a pesar de la resistencia, no se consideraba un ente que había hundido su persona en el barro. Ese día, más que otros, no se sentía parte de un cuerpo asignado por la historia, ni costilla, ni clavícula, ni ovarios.

Solo pensó en aquel pirata que abordó su nave, entretanto flotaba serenamente en el mar cotidiano invocando su causa perdida. Y se dió cuenta que no amó más de la cuenta, que disponía de la fuerza suficiente para desarmar cualquier leyenda o historia de ficción. Aprendió que no necesitaba más sabiduría que haberle asimilado de memoria, sin comprensión, con alguna regla nemotécnica: piel blanca, pelo rubio, ojos azules, y con alguna ficha rápida o chuleta.

Y entre algunas imágenes que aún retenía, apareció un poema de Ángela Ibáñez:
Me dices que dices no dices que te deje en paz, o tal vez deseas que no deseas dejar de verme. Piel y guerra de palabras en la piel. La verdad de los cuerpos que no descansan en paz. Que mueven y remueven el agua y la marea de sentimientos que no llegan y se retrasan. Erguido navío que lanza al techo su mensaje de sombras y sigilos. Dulce mensaje para los dedos que navegan, por esas aguas levantadas y redondas hacia el horizonte del sur, donde el amanecer empieza a despuntar y el sol parece que sale y termina por levantar.

martes, 2 de noviembre de 2010

Acontecer deseable




Yo llevaré a tu puerta mi astrolabio y mi esfera armilar y mis andadas.
Y llegaré sin dudas ni resabios, sin historia y sin huellas, y sin nada.
Y dormiré al cobijo de tus besos.
Y a la luz tersa de la amanecida carne y carne serán glorioso cepo.

Isabel Rodríguez Baquero




Mientras se desinflaba como un globo, pensaba:

Ojalá, me copees hasta trastornar todos mis sentidos, que mi imagen inunde tu mente. Que me abandone a flor de piel entre tus manos poco a poco en las tranquilas horas de este noviembre entibiado. Ojalá mis hombros se aseguren a tu pecho negro bullicioso. Y mi cuerpo silenciosamente destape primoroso la necesidad del relente.

Ojalá te pueda mirar sin miedo, sin pudor. Amasando día a día mi pasión por ti, atesorando todo tu cariño. Sin necesidad de palabras... que más dá! si ya desciframos lo suficiente. Y así, acabando con el tiempo señalado, consumiendo antojos, sea lícito abrirme a tus ojos, despojarme para ti. Sentirme entre tus brazos como el pan necesario, arrinconarme entre tus límites para que no pueda escapar.

Aunque luego desaparezcas. Aunque nunca regreses. Aunque se mude oscura y rancia mi savia para siempre. Aunque ceda y me rinda.