martes, 31 de agosto de 2010

Ana


Nadine Stair:

Yo he sido una de esas personas que nunca van a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un impermeable y un paracaídas. Si tuviera que hacerlo de nuevo, viajaría más liviana de lo que lo he hecho.

Y entre la noche mágica de San Juan y el enardecido y caluroso verano, apareció una pequeña habitación inesperada, donde velar y custodiar su eterna ilusión. Con algunas bascas incontrolables y pequeños bahídos, refugió entre lágrimas el sueño más deseado. Comenzó a hilar y entrelazar junto con dedales y agujas que sollozaban un secreto de agua, sangre y falta de ruido. Uniendo con hilo de vida enhebrado en la aguja de su cuerpo, disponiendo como puntos de sutura, va formando un nuevo asidero en el que concentrará y girará toda su vida a partir de ahora.

De pronto, un punto se escapa y la otra mano que sujetaba y servía de apoyo a la adversidad decide desatarse de la aguja, del hilo y de la esperanza. Para él carecía de fundamento en su realidad, sus circunstancias no le permitían tener tiempo para el telar. La confianza y seguridad que él le proporcionaba no mermaría el entrelazado que día a día aumentaba de tamaño en la pequeña habitación.

Poco a poco, sus pechos como ovillos de lana virgen se fueron ensanchando y su cintura aumentó y llegó a exaltar junto con su ánimo, su próxima y cercana maternidad. Ella modificó el orden de sus apellidos, su padre no admitía y toleraba afrontar la concepción y maternidad en solitario, pero la decisión fue clara: a los treinta y ocho años sabía lo que quería.

Felicidades mamá.

domingo, 29 de agosto de 2010

De memoria



William Pinillos, "Vértigo de la memoria"


Recordando cómo aprendió a escribir en el colegio asomó algo como "Susi amasa la masa sosa". Aquel texto sin sentido no guardaban ningún tipo de interés para ella, sin embargo lo recordaba con exactitud. El almacén de su memoria estaba repleto de anaqueles de la librería y aunque habría algún límite físico relativo a cuánta memoria podía almacenar, aún así, sus primeros recuerdos ocupaban una estantería completa.

Sobre todo porque no sabía cómo medir el tamaño de su memoria. Había ciertos recuerdos que participaban de más detalles y, por tanto ocupaban más espacio, y otros recuerdos afortunadamente se olvidaban, así que liberarían espacio. Además, también había alguna información que simplemente no valía la pena recordar, despreocupándose por quedarse sin espacio a lo largo de su vida.

A pesar de todo no lograba reconstruir como centró su atención en él, qué acontecimiento sucedió para retenerlo en su memoria con la suficiente fijación y cierto valor llegando a conservar la primera impresión. Sus primeras palabras tuvieron un significado y un fuerte interés para ella, de lo contrario no hubiese sido posible la acumulación de lo datos en su disco duro. Y para siempre quedó codificado y catalogado en su mente, acabando correctamente almacenado.

Y entre tantos recuerdos, memorias y olvidos, se situó en primera fila el poema de Mario Benedetti: el olvido está lleno de memoria que a veces no caben las
remembranzas y hay que tirar rencores por la borda. En el fondo, el olvido es un gran simulacro nadie sabe ni puede / aunque quiera / olvidar un gran simulacro repleto de fantasmas, esos romeros que peregrinan por el olvido como si fuese el camino de santiago. El día o la noche en que el olvido estalle, salte en pedazos o crepite / los recuerdos atroces y de maravilla quebrarán los barrotes de fuego, arrastrarán por fin la verdad por el mundo y esa verdad será que no hay olvido.

miércoles, 25 de agosto de 2010

La búsqueda




Susana Beibe S/T


Ése sería el último día que buscara unos zapatos para la boda de su prima. Había acudido en varias ocasiones a la calle Mayor, intentando conseguir unos zapatos diferentes, exclusivos y elegantes, además de lograr que su madre olvidara el asunto que los últimos tres meses desempeñaba el papel protagonista de sus conversaciones: los complementos para el vestido.

Era tal la importancia de esta boda para la familia que en la última reunión de la parentela más cercana, su cuñada le había llegado a mencionar que de no emplearse a fondo en esta tarea tan concreta, llegaría a soñar con zapatos en general y eso representaba su actitud hacia la vida y las convicciones.

Aquella conversación inició un desvarío que no supo cómo dirigir, sosteniendo sobre sí el estupor y asombro que le producían sus palabras: "ahora bien, su sueñas con cambiar de zapatos, significa que estas dispuesta a cambiar de papel o de comportamiento ante nuevos acontecimientos o personas en tu vida. Si se te olvidan tus zapatos, quiere decir que deseas dejar atrás viejos prejuicios. Soñar con viejos zapatos, simbolizan el esfuerzo: a través de mucho trabajo lograrás tu objetivo. Por otro lado, puede significar que por fín has aceptado ser quien eres. Soñar con zapatos nuevos, significa que no deberías de estar tan segura de tu éxito. Soñar que llevas unos zapatos inapropiados, significa que tus logros en la vida serán difíciles de alcanzar, por estar mal preparada. También puede significar que has enfocado tu vida por un cauce inadecuado y que deberías replantearte la meta. Soñar que no llevas zapatos, significa que tienes una baja autoestima y falta de confianza en ti misma. Deberías proyectar tu vida hacia determinadas metas para las que dispongas de cualidades. También podría significar, pobreza, penurias, malentendidos y falta de movilidad. Soñar que pierdes los zapatos, significa que estas buscandote y analizándote, para saber quien eres realmente. Soñar con unos zapatitos de bebé, simboliza pureza, inocencia, vulnerabilidad, ternura y deseo de amar y ser amado..."

Ante la profunda e intensa disertación y exposición rigurosa de su cuñada, tratada con todos los pormenores pensó: "y si se me rompe un tacón, ¿qué pasaría? ¿qué pensarían sobre mí? o si decidiera llevar unos zapatos de madera o unos zuecos, ¿qué imagen sobre mi configurarían los demas?". Después de todo, su cuñada solo había analizado su nivel de autoestima y un poco más, su verdadera identidad y para ella, la familia eran las personas que verdaderamente le importaban. Con lo cual, aquella tarde sería el último día de búsqueda.

Al llegar a casa y después de guardar la caja de zapatos nuevos en el armario, encendió el ordenador y buscó a Rober Frost: Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo, Y apenado por no poder tomar los dos, Siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie, Mirando uno de ellos tan lejos como pude, Hasta donde se perdía en la espesura; Entonces tomé el otro, imparcialmente, Y habiendo tenido quizás la elección acertada, Pues era tupido y requería uso; Aunque en cuanto a lo que vi allí, Hubiera elegido cualquiera de los dos. Y ambos esa mañana yacían igualmente, ¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!, Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante, Dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.

domingo, 22 de agosto de 2010

El desencanto



Chéjov: En los cuentos cortos es mejor decir menos que contar mucho porque
... porque... ¡no sé por qué!" (carta fechada en Moscú el 22 de enero de 1888).

Le fascinaba leer su poesía, siempre lo consideró una persona íntegra, honesto y fiable. Pero a estas alturas ya sabemos que el mundo guarda cajones secretos, que algunos pensamientos cobran voz o que nada, quizá, sea tan real como nuestros propios sueños.

Se conocieron una tarde de niebla en un encuentro literario. En la café del Parque se organizó un intercambio de libros usados, donde los lectores explicaban y esclarecían fragmentos de las novelas que habían leido suscitando en los siguientes leyentes, un mayor atractivo. Él la invitó a que leyera sus poesías y ella aceptó complacida.

Con el paso de los días se estableció una pequeña amistad, mediante la correspondencia mutua y la reciprocidad de ambos. Se involucraron en aquella amistad/juego, pero a veces la atracción es como un vapor, tal como un estado gaseoso que adquieren los fluidos por la acción del calor, pero eso no significa que ella quiera devolverle sus recados a la mañana siguiente.

Poco a poco, él perdió el interés: “las personas estamos diseñados para enamorarnos pero no para seguir enamorados“. Pensó en el Desencanto de José Ángel Buesa: "Fuiste el amor furtivo que va de lecho en lecho, y el eslabón amable que es más que una cadena. Pero hoy puedo decirte, sin rencor ni despecho: No valías la pena. Me alegré con tu risa; me apené con tu llanto, sin pensar que eras mala ni creer que eras buena. Te canté en mis canciones, y, a pesar de mi canto, no valías la pena."

jueves, 19 de agosto de 2010

Hombre y Naturaleza



Rablaci


Cuando dejaba de reclutar las solicitudes de servicios o encargos por parte del departamento de servicio al cliente, bajaba con las compañeras a la cafetería a desayunar. En esta ocasión prefirió permanecer sentada en su sillón, delante de la pantalla del ordenador y no tocar el teclado, ni leer, ni escribir, ni hablar, solo descansar.

A su derecha disponía de una gran cristalera para mirar a la nada, abstraerse del ruido y lograr prescindir de la realidad para concentrarse en sus pensamientos. Al acomodar su espalda al respaldo de su asiento hizo un leve giro y vió a lo lejos, una brigada de mantenimiento en el parque alrededor de varias cajas. La curiosidad le pudo y se incorporó para observar más detenidamente, con su mirada escudriñadora, qué se traían entre manos.

Una vez que retiraron el contenido de las cajas y las guardaron dentro del camión, comenzarón a ensamblar y acoplar aquellas extrañas piezas que parecían de madera, pero más tarde comprobó que eran de metal. Mientras tanto llegó un chico en su todoterreno, se bajó y con paso firme se dirigió a los montadores, dando instrucciones de cómo colocar cada fragmento. Una vez la escultura estuvo terminada se le antojó como una fusión de hombre y naturaleza. Y si no, ¿cómo se construye un hombre?

Antonio Gamoneda proponía la cabeza atormentada por si hubiera necesidad de soportar un rayo, pero no toques, Dios, mi corazón impuro. Hay tantas capacidades que tienen su importancia, entre ellas, el conocimiento propio, el autocontrol y el equilibrio emocional, la capacidad de motivarse a uno mismo y a otros, el talento social, el optimismo, la capacidad para reconocer y comprender los sentimientos de los demás, etc. Pero sobre todo, habría que reconciliar cabeza y corazón, educando los sentimientos.

lunes, 16 de agosto de 2010

El círculo de hielo




Sentada en un velador de cristal, observa detenidamente el vaso de tubo que contiene té con limón de una determinada marca comercial cuando al sentir el frío de los cubitos de hielo consideró: ¿cuántas capas de frialdad y escarcha es necesario para formar un cubito de hielo? ¿cuántas láminas o estratos gélidos, de baja temperatura se precisa para crear un trozo de hielo pequeño que se derrite más lentamente?

Pensó en muchos de los momentos superpuestos que él había configurado para moldear su corazón como la naranja helada de Miguel Hernández. Aquella ocasión en la que ella caminaba detrás de él, suplicando alguna explicación a su indeferencia. O por qué él había decidido iniciar ese idilio, flirteando con ella, seduciéndola para más tarde desoír sus necesidades. O arrastrando su novia al trabajo, presentándola a todos los compañeros como su futura esposa incluido a ella, con la que había compartido tantos secretos y emociones.

Y al escuchar pasar al heladero con su carretilla se transfiguró en la centinela del carámbano. Convertida en un gran círculo de hielo similares a los círculos grabados sobre cosechas, enfrió todo lo que había a su alrededor. Pero aquel hielo de la superficie de su rí­o se acumulaba en mayor grado en el centro que en las orillas, sus brazos y sus piernas no estaban sometidos. Bajo la corriente constante y sumamente débil de su vida, se encontraba a la espera de girar, creando un remolino que por acción de la fuerza centrí­fuga produjese finalmente un cí­rculo perfecto de hielo que progresivamente iría diluyéndose.

jueves, 12 de agosto de 2010

Licenciado


Había llegado a aquella edad, después de medio siglo de andadura con esfuerzo y duro trabajo a sus espaldas, en el que se dió cuenta de que nunca sería el músico famoso que siempre soñó ser y que nunca tallaría esculturas que los demás admirasen, cambiándoles la vida. Su falta de capacidades artísticas no le habían impedido demostrar su gran voluntad y tesón en perseguir su sueño: aprender a tocar el saxofón.

A pesar de ser la imperfección del clarinete, el saxofón con la fuerza del metal y las cualidades de uno de madera, siempre estuvo entre sus preferencias musicales. También contribuyó a este interés la película West Side Story y la maravillosa banda sonora, dejándole una huella permanente e inalterable, aparte de polkas, habaneras, mazurcas, valses.

Sobre todo necesitó paciencia, concentración y regularidad en el estudio para lograr mantenerse en un cierto nivel con el saxo. Comenzó con notas largas, haciendo algunas respirando rapidamente entre ellas, con un buen caudal de aire todo el tiempo, el labio firme, no excesivamente tenso pero tampoco flojo, usando el afinador. A continuacion, ensayaba notas crescendo-diminuendo, no debía escucharse nada al principio o al final.

En otras notas debía separar la punta de la lengua concentrándose en retirar de un modo muy concreto la lengua del paladar, de ello dependería conseguir unas notas u otras. Todos estas prácticas junto con solfear constituian su tiempo de entretenimiento y de aprendizaje.

Poco a poco comprendió que todas las clases, las explicaciones, las horas de estudio iban a añadir más mierda mediocre a un mundo ya abarrotado de mierda mediocre. Si te das cuenta de que tienes sesenta y tantos años y has llegado al fin del potencial que te dio Dios, pues bueno, felicidades.

domingo, 8 de agosto de 2010

Efímero




Las rutinas dirigian sus vidas. Ella trabajaba como empleada en una oficina de correos y él era florista de uno de los establecimientos con más renombre de la pequeña localidad. Cada uno tenía su rincón en la cafeteria donde coincidian. Él, en una mesa junto a la cristalera para contemplar a los peatones y viandantes pasear por las calles. Ella se acodaba en la barra mientras tomaba un zumo de naranja en su tiempo de descanso. A ambos les gustaba leer el apartado cultural del periódico mientras bebían.

Día tras día, se encontraban a la misma hora pujando silenciosa y educadamente por idéntica sección del periódico. Poco a poco, entre miradas, sonrisas, cumplidos e intercambios del diario, establecieron una amistad, tranquila y apacible en principio hasta tornarse apetecible y deseada a medida que transcurrian las jornadas.

Y llegó el día en el que el zumo y el café se unieron en la misma mesa y entre noticias de música, cine, libros, teatro e incluso toros, manó un beso. Fue tal la satisfacción de ambos que no entendieron bien qué les había ocurrido necesitando repetir e insistir para asegurarse que aquel entusiasmo y ardor era real.

Solo necesitaron cinco días para mudar sus trastos y ojear, a la vez que comentar las diversas noticias sobre un ruidoso somier instalado en un pequeño apartamento de un gran amigo.

Pero aquel juego creció en la nada. Cada uno estaba casado, con su propia vida tanteando aquella claridad difusa, llena de agujeros que irremediablemente se irian cerrando por sí solos. Precisaban un poco de atención del otro que les hicieran sentirse desados para reactivar sus vidas aletargadas.

martes, 3 de agosto de 2010

Ahora



Dibujo de Mado Peña




Una vez que se agota el amor no quedan ganas de dedicar tiempo a cuidarse las uñas ni aplicarse durante media hora mascarilla en el pelo.
El buen vino se convierte en uno de garnacha y macabeo.
Las películas de Fellini, Bergman o Antonioni se vuelven tediosas y cargantes.
El viaje de fin de semana rural se torna inapetente, no tienes a nadie con quien compartir el color de las hojas del otoño.
Cuando se termina el amor el agua de la alberca se coagula y los nidos de los chorlitos dorados dejan de interesar.
Deja de preocuparnos la contaminación lumínica y las estrellas llegan a ser invisibles.
Cambias los muebles de sitio, ordenas la biblioteca.
Las facturas y los ticket adquieren una atención desmesurada, como la de un detective.
Los vuelos de las palomas mensajeras se pierden entre las nubes y no llegan a sus receptores.
Te agrada el olor de los taxis, se recrean todas la imágenes y figuras en el trayecto.
"Las cajeras del supermercado te empiezan a sonreír de otra manera".
Los edulcorantes pasan a ser nutritivos, arrinconas el azucarero.
Dejas de recibir llamadas perdidas, la noche se ha olvidado de mi.
El sonido del timbre que el cartero toca varias días a la semana, ya no resulta tan molesto.