martes, 28 de diciembre de 2010

Aprendiz de persona



Pierre-Auguste Renoir

Se había propuesto terminar y comenzar el nuevo año, viajando de festival en festival. Cuando le propusieron participar en el coro de villancicos de su pueblo, lo encontró una nadería, sin el valor y la importancia que con el paso de los meses de ensayos y pruebas, aquel acontecimiento protagonizaría en su vida. El enfoque minimalista del evento que halló las primeras semanas de octubre, se tornaría en un suceso considerable como medio de enriquecimiento personal.

La primera velada tuvo lugar en el Auditorio de su pueblo. Deslizó el telón para echar un vistazo a los espectadores mientras ocupaban sus butacas y comenzó a temblar. Se notaba muy exaltada. Intentó recordar los villancicos pero en ese momento no pudo ubicarse y advertir alguna palabra en su mente. Intentó relajarse olvidando el miedo que le producía estar en ese escenario, por tanto, procuró dejarse llevar, no pensar en nada, exprimiendo aquel momento y sin importarle donde se encontraba.

Y así comenzó la actuación, perdiendo la mirada hacia el final de la sala para no sentir la inspección de sus amigos y vecinos. Sobre todo algo le quedó claro: siempre tantearía alguna pretensión, nunca se cansaría de aspirar a algo más. Persona nada más, propósitos entre algunos deseos, a pesar de que no siempre cumpliría con sus promesas y sus pies a veces caminarían sobre polvo ardiente. Así como su espíritu y cuerpo serían dañados física y moralmente por mentiras y dichos, nunca se sentiría destronada, siempre repararía como aprendiz de persona eternamente.


Feliz año nuevo.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Movimiento alternativo




Después de dieciséis años aún continuaba mirándola de soslayo mientras se desnudaba en el momento de meterse en la cama. Aprovechaba aquellos instantes para contemplar algo de carne, sobre todo en invierno, cuando portaba capas y capas de ropa. Y así, en el interior de la cama se descubrían desnudos.

Sus manos se ensanchaban para aferrar su cuerpo, buscando y encontrando su espalda e inmediatamente sus caderas. Ella sentía un agradable estremecimiento al primer contacto con sus manos. Y él pensaba: "No es que carezca de sentido de culpa, pero la verdad es que no me atormento. Las sensaciones vienen y se van, son aves migratorias, y cuando vuelven, si vuelven, ya no son las mismas. Se fueron frescas, espontáneas, recien nacidas, y regrasan maduras inevitablemente programadas. Entonces, ¿a qué ahogarse en el deber?".

Ella reacciona dominando por entero, todo el perímetro de su espalda. Y mientras, piensa: "Todo eso lo sé. Y sin embargó en mi, hay una vocación de permanencia, que por otra parte nunca he visto cumplida. Es obvio que el futuro está lleno de amenazas, de riesgos, de inseguridades pero yo creo, para mi uso personal, un cielo despejado. De lo contrario, el goce se me gasta antes de tiempo. Tu te aferras al instante, ése es tu estilo. Mi instante, sin embargo, quiere ser prólogo de otro, aunque lo más probable es que luego ese otro instante no comparezca. Algo o alguien puede matar mi futuro".

En el espacio reducido de su cama él la besa, sintiendo que su amor a pesar de ser grande cabe en ese lugar tan reducido, como es el colchón de amar equivalente a un mar de pasiones. Como la ventana desde la que se mira con atención y medita sobre la inmensidad del mar.

Y en la calma consecutiva, se dicen: "Qué importa si es o no repetición, qué importa si es prólogo o desenlace. Estamos, somos, uno a uno. Dejemos que la muerte nos odie desde lejos. Uno más uno, une. Se unen pues. El mundo queda fuera, con sus culpas, sus deberes y sus ropas".


Mario Benedetti, Vaivén.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Superar pruebas



David Hammerstein


"Creer que la mujer es el sexo "débil", inferior al hombre, es un error. Las mujeres nos superan en todo menos en una cosa: el mal rollo de envejecer. En inteligencia, resistencia, criterio, determinación, nos superan. Sólo en la etapa de la vejez el hombre logra llevar su deterioro mejor que la mujer. En algo teníamos que ganarlas".

Esa semana, su esposa decidió hacer el boicot de la carne y el único amparo posible, él lo encontró entre "las hermanitas de la caridad". Conocía las estadísticas entre una de las poblaciones más civilizadas: los suecos. Teniendo en cuenta el clima, la comida que tienen y el haber prohibido la prostitución, se suicidaban más que nadie. Descubrió lo que hasta entonces para él era desconocido: hasta los animales, algunas especies de pingüinos, intercambian sexo por piedras adecuadas para la construcción de nidos. Aquello le ayudó a encontrarse menos culpable.

Para no sentir que había cometido un delito, recordó que en Babilonia todas las mujeres tenían la obligación, al menos una vez en su vida, de acudir al santuario de Militta, para practicar sexo con un extranjero como muestra de hospitalidad, a cambio de un pago simbólico. Sus sacerdotisas, que se habían consagrado vírgenes al servicio del templo, fornicaban con aquellos que habían dejado en el templo una ofrenda económica a la diosa.

Y continuó reflexionando: "Los griegos, desde Parménides, cometieron el error de postular que la realidad es racional. No lo es. Toda la física del siglo xx está demostrando que el mundo, la materia, los átomos, la energía, no se comporta de modo reacional"."El cerebro está organizado con una complejidad muy superior a la información con que tratamos de entenderlo. Lineal es 2+3+7=12 o sujeto-verbo-predicado; con eso se escribe, se filosofa, se construyen coches y se toma un tren con puntualidad, pero no se entiende el mundo".

Así es como él entendía su relación: reconocía la superioridad de su mujer, como la del agua sobre el fuego, pero se confesaba incapaz de entenderla y de “obedecerla” para conseguir el buen funcionamiento de la vida en común. La veía como la que realmente rompe, seduce y manda… y a él, sólo le quedaba la impresión de que podía tomar la iniciativa, algo de lo que también ella haría uso.


Basado en el libro "Sobrevivir a un gran amor, seis veces" Luis Racionero.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Sin madurar

Aún estaban por llegar las noches felices con la gente que amaba o tal vez, la quincallería amistosa con buenas personas en el trabajo, entre los amigos de muchos años y en la familia con toda clase de comodidades. Pero a estas alturas ya estaba cansada.

Cansada de aquellas imágenes del pasado que tenía en la memoria. Cansada, sobre todo, de la misma predisposición, de estar siempre con idéntica manifestación de ánimo. De situarse, la mayoría de días de la semana, mirando con ojos muy similares los semáforos, el perro del vecino que siempre aúlla no solo para ella, si no para todas las que le preste la atención suficiente. Inventando maniquíes para exhibir diferentes modelos marchitados.

Pero los próximos días estaba dispuesta a bailar, a saltar y cantar. La música sería el modo más sencillo y reaccionario para restituir parte de su entonar. Emborrachándose del entusiasmo que encontraba en los bares, en distintos puff, conseguiría expresar una bella armonía, que ponía de manifiesto cierta sensualidad, mediante su sonrisa, sus caderas, sus brazos, sus ojos a veces cerrados.


Supiste quién era antes de que yo empezara a sospecharlo. Ahora caminando por lejanas y míticas ciudades, soy tu triunfo. Vos hiciste esa figura que recorre lugares que nunca conocerás, pero son sólo tuyos para siempre. Vos los soñaste yo los conozco. Para mí las fachadas, para vos el deseo, lo único posible de ser llamado eternidad.

Juana Bignozzi



domingo, 12 de diciembre de 2010

Retrato de mujer



Maruja Mallo

Aquella noche se fue la luz. Últimamente el generador próximo a su casa fallaba con bastante frecuencia y los apagones resultaban especialmente incómodos. Solo deseaba que algunos de los fenómenos metereológicos (rayos, viento, lluvia) causantes de tal desastre pasaran y las condiciones climatológicas cambiaran.

También el ordenador encendido interrumpió la imagen, por lo que una vez restaurada la conexión, tendría que arrancar el aparato en "modo seguro", ya que al apagar el sistema a "saco", se dañaría algún archivo o aplicación de inicio.

Pero en esta ocasión, más que buscar apresuradamente en la oscuridad, una vela para no sentirse totalmente desamparada, chocando con cualquier mueble, se mantuvo sentada en la silla, con la escasa luz que entraba por la ventana. Y así continuó, sin avistar las rosas rojas de diciembre en el jardín, sin rememorar su cara tallada en el deseo sofocante. Y esperó a que llegase la luz, teniendo la certeza de que le dió su corazón pero él reclamaba sus sueños, concediendole su deseo pero más tarde él determinó que sería la esperanza, aquello que le exigiría con insistencia.

Más tarde se cercioró de que había muchas maneras de perder a una persona, aprendiendo a protegerse de su propio dolor como del miedo cerval que siempre construyó sobre la oscuridad.


He aquí el amor. Repito: He aquí el amor. Pero mejor hablaremos de esta puerta.
Una puerta es una puerta, a la que yo golpeo día y noche. Y aunque nadie responda, el aire es el aire de todos los dias, las plantas son verdes como siempre, y el mismo cielo esférico me envuelve lunes, martes, miércoles,jueves, viernes, sábado y domingo.
¿Pero, qué puedo yo decir del amor? ¿Qué puedo yo decir del amor?
En cambio, esta puerta es indudable; por ella entro y salgo día y noche
hacia los verdes campos que me esperan, hacia el mismo cielo esférico y perenne.
¿Pero qué puedo yo decir del amor? ¿Qué puedo yo decir del amor?
Mejor sigo hablando de esta puerta.

Jorge Eduardo Eielson

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Mutismo




Arturo Montoto


Los días de aquel año avanzaron a distinto ritmo. Hubo días junto con semanas que durante el verano transcurrieron a un ritmo muy rápido. Sin embargo, en algunas semanas del invierno y la primavera, la probabilidad de cambio tomó las riendas de su existencia, fijando la velocidad de crucero de sus jornadas.

Y ahora se encontraba a punto de finalizar un año más, con premura por localizar el equilibrio con el medio, teniendo en cuenta las condiciones de su entorno. No obstante, comenzó una poda de formación con el fin de conducir el desarrollo de su vida, desde lo más insignificante a lo más notable y fundamental, para que su crecimiento posterior fuera progresivo y equilibrado. Y así emprendió su tarea descubriendo las nuevas metas: acepta lo que no puedes cambiar, afronta la situación con valor, no pienses tanto, sé honesta y firme, conserva la calma, sé considerada, vuélvete un elemento conciliador, no te dejes afectar por los demás, baja el nivel de expectativa...

Tanto cortó, apartando aquellas acciones, maniobras que dificultaban su actuación diaria, que llegó a seccionar sus articulaciones. Al principio, se percató que sus hombros, codos, rodillas, caderas no se agitaban y movian con la misma soltura de siempre. Poco a poco, esa parálisis llegó a los órganos de la voz, con la imposibilidad de una pronunciación clara. La poda fue excesiva, provocando un mutismo voluntario.

Aquella extraña inhibición del habla destapaba un nuevo ciclo para el año que estaba por llegar: sobre todo en situaciones sociales, le llevaría a comunicarse mediante gestos, a través de afirmaciones y negaciones con movimientos de cabeza y en contadas ocasiones, utilizaría monosílabos y expresiones cortas.


El silencio, ¿un mutismo? ¿Musita el horizonte o tu propio interior?
Griterío ese árbol de la caoba, ¿harina o tu propio interior?
Lo salvaje ¿esos tigres en oasis? ¿dormidos? ¿o tu propio interior?
Te escuchas… ¡tan lejano!… ¿eres tú lejanía o tu propio interior?

Francisco Pino

domingo, 5 de diciembre de 2010

Cualquier lugar



Quitandeira

Entre el Estado de Alarma y el frío con las correspondientes heladas preinvernales, además de la reserva de parte del presupuesto que disponía, la decisión estaba tomada: se quedaría en casa. La radio le acompañaba diariamente. Escuchar noticias, música e incluso publicidad le tranquilizaba, contribuía a no sentirse retirada de la vida social de la que se escabullía.

Y entonces sonó aquella canción: Bye, bye Rubia, de Caballeros de la Quema. La música reggae de la canción fue invadiendo su ánimo, despertando su menosprecio e incluso, la desconsideración hacía aquel que tanto se había mofado de ella, de modo hiriente y despectivo. Su recuerdo llegó como si inhalara un gas tóxico, dañino, que le dejaba sin oxígeno necesario para respirar. "Quédate donde estás, estúpido!" pensó, "nunca admití tus fingidas palabras".

Sí, quédate donde estas, que ningún vendaval te zarandee más de lo necesario, ubicándote lejos de mi soledad, donde el aire limpio permite ver más allá de la ventana sucia y ruin de tu percepción e imaginación. Descartó la intención de días pasados: regalarle un jabón oloroso para que su vida comenzara a cambiar cada vez que se lavara las manos y notara su agradable olor.


No me encuentro no me hallo, no sé. No me resisto, debe ser el calor tal vez el frío. No me trago, no me paso, parezco mi enemigo. Quisiera pedir disculpas, sentarme en la última banca, apagarme como foco tirar en el ring la toalla. No sé qué hacer con usted, dónde esconderle. No sé sí me comprende pero sé que me rabia. No sé sí me bebe entera con el vino. No sé sí usted me escupe y le caigo en la cara.

Ana María Iza


jueves, 2 de diciembre de 2010

Mariscadora




Y así, con ambas manos ocupadas con un sacho y un rastrillo y conociendo de antemano cómo era la perforación o abertura que hacían los bivalvos, se dirigía a escarbar en la arena de la playa para encontrarlos, pero no siempre podía usar la habilidad que desde bien joven aprendió, pues aquellos agujeros si llovía o hacía mal tiempo, se cubrían por completo por lo que tenía que usar con destreza las herramientas y remover repetidamente la superficie de la arena, buscando los preciados moluscos.

Escucha….El mar enreda sus dedos verdes en los arrecifes.
Es como si tu voz estuviera buscándome
sin encontrarme y sin que yo la encuentre.
Desde lejos, viene a azotarme el rostro tu silencio.

Maruja Vieira


Dependía del descenso del mar para mariscar, de las fases de la luna así como del tamaño del marisco ya que tenían que cumplir con la talla comercial, por tanto, no cogía marisco todo el año. Con el paso de los años adquirió un modo particular y exclusivo de abrazarse al mar.


Había una vez (y fueron tantas veces)
un hombre que adoraba a una mujer.
Había una vez (la vez fue muchas veces)
que una mujer a un hombre idolatraba.
Había una vez (lo fue muchas más veces)
una mujer y un hombre que no amaban
o aquel o aquella que los adoraban.
Había una vez (tal vez sólo una vez)
una mujer y un hombre que se amaban.

Robert Desnos

domingo, 28 de noviembre de 2010

Calabobos



Banksy. “Balloon gril”



Entre tanta emoción, como cuando los naturalistas hallaron tigres a 4000 metros de altura, en las montañas del Himalaya, le sorprendió su hallazgo. Allí estaba, camuflado con un sombrero extrafino Iraca color azul. Pero el cigarrillo le identificó, al igual que su actitud fanfarrona y arrogante.

Como cantaba J. Drexler: "Nada se pierde. Todo se transforma". "Y se conecta. Estamos en todas partes. Pero no somos todo. Somos una célula pasando información a otra célula. Una porción delimitada y perdida en el reticulado del mundo. Vivimos en un archipiélago de cables y radiaciones. Un mar salado con redes de camalotes digitales. Nos escribimos de noche. Comentamos los hechos del día. Preferimos los mensajes instantáneos. Nos escribimos correos. Hoy me dijo que estuvo revisando su cuenta de mail. Para nosotros el monitor es un imán eléctrico, un condensador de energía, un dinámo. Apoyas la cabeza en la pantalla y te da amnesia. Cada tanto, sin embargo, necesitamos el contraste y salimos a la calle". Hablar De Mí, Autores Varios.

No hubo saludo, ni respuesta alguna a sus palabras. Sus zarpas habían rebasado suavemente su espalda y en un giro imperceptible, con mucho cuidado, sin que sus uñas dejaran marcas en un corazón aprisionado y sometido, desechó su presencia. Su voz ronca junto con los ojos enormes sonriendo ante la muerte inminente de su víctima, ignoró su presencia. Ella aprendió que los calabobos y los chubascos no importan, que nada equivale a la prórroga de la espectativa. Lo intuía y desatender era el alimento de las personas.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Violeta



Sirena, Antón Castro


A veces le molestaba recibir consejos, sobre todo cuando no los pedía. Estaba convencida que resultaba muy difícil encontrar un buen consejo para una situación determinada y siempre dudaba, ¿cómo lo habrá encontrado? Acertar con un consejo sin que a continuación sea sacado de contexto por el aconsejado, quien luego termina echando la culpa de su fracaso al consejero, es toda una pericia que pocas personas lograban dominar.

Pero en aquella ocasión decidió apurar esa ganga y allí estaba, descubriendo que la luz blanca estaba constituida por la superposición de todos los colores primarios. Y, con toda certeza, esta luz pura e íntegra se descomponía en luces monocromáticas, estableciendo los colores principales:

- Rojo. El color que sufre menor desviación, por tanto, era el que menos cambiaba su trayectoria e intenciones. Su corazón rojo molibdeno venenoso, ¿es el que menos desvío sufría con respecto a su posición correcta? "Carne tuya me parece, rojo lirio, junto fresco" Federico García Lorca.

- Violeta. El color que se amolda al mayor extravío, tal vez por eso ofrecía la posibilidad de una mayor percepción por el ojo humano. Se aferró a la creencia que relacionaba este color con las sirenitas ocultas entre los humanos. Aquella vieja leyenda urbana que trataba sobre la vida secreta que, en una zona desprovista de lugares donde nadar, llevaban un ser mágico venido de las profundidades del mar, cuyo aura dejaba prendido en la retina del que la observaba un velo de tonos violáceos.


Me quité un brazo, una pierna, un ojo, me desprendí de media alma y me siento igual a cuando no te tenía. Pero ya uní mis partes, cosí mi ojo a mi pecho, mi pierna a mi brazo, y mi brazo a mi trasero, ahora soy normal, soy el rey del descontento.

Edel Juárez

domingo, 21 de noviembre de 2010

Pequeños placeres



Wassily Kandinsky. Pequeños placeres


Y al salir del hospital, el celador se despidió de ella con un "ya nos veremos... ¡hasta pronto!". En ese adiós que aquel hombre le espetó con intenciones de cortesía, ella solo encontró cierta contrariedad y desazón; ¿dónde se había oido que encomiaran y alabaran su vuelta al hospital?

Era la tercera visita en solo cuatro semanas. El diagnóstico era claro: estrés. Y en todas las ocasiones, los médicos le habían indicado los distintos niveles en que se encontraba: a nivel cognitivo, no dejaba de tener pensamientos y sentimientos de miedo y aprensión. Desde hacía varios meses, continuamente rumiaba sus temores, dando vueltas a los temas que le preocupaban, "yo no puedo con esto...", "soy muy perfeccionista y me gusta todo muy ordenado". Entre las sensaciones de inseguridad, aparecieron dificultades de concentración, falta de memoria.

Otro de los niveles que le indicaron en el hospital: el fisiologico, era el más doloroso. Desde hacía varias semanas su cabeza estallaba sobre por las tardes, otras debilidades afloraron: cansancio, insomnio, sensaciones de ahogo, enfermedades en la piel con la correspondiente descamación y piel reseca, sobre todo sus labios agrietados eran inmunes a la vaselina.

La recomendación del fisioterapeuta fue definitiva: "busca tu lado B, el lado que nadie ve, el lado oculto, secreto. La gente muchas veces solo ve el lado A de las cosas, mientras que el lado B ocupa un espacio secundario e incluso, hay quienes lo ocupan para incluir aspectos, matices que no otorgaría una categoría especial para vivir diariamente. Pero el lado B es de mayor gusto que el sencillo y esa preferencia lleva a que, lo que originalmente estaba pensada como una acción o hecho no protagonista o accidental, termina convirtiendose en todo un éxito o celebración".



Hay que inventar respiraciones nuevas. Respiraciones que no sólo consuman el aire, sino que además lo enriquezcan y hasta lo liberen de ciertas combinaciones taciturnas. Respiraciones que inhalen además las ondas y los ritmos, la fragancia secreta del tiempo y su disolución entre la bruma. Y para eso hay que inventar un nuevo aire, unos pulmones más fervientes y un pensamiento que pueda respirarse. Y si aún faltara algo, habría que inventar también otra forma más concreta del hombre.

Roberto Juarroz.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Derechos del Niño





LOS ULTRAJADOS

Los ultrajados se pasean por el balcón
y desde la parte superior
le hacen señas a los niños de la plaza
éstos no conocen la luz del sol
una malla atraviesa las cortinas
y detiene el vuelo de las mariposas
alguien parece venir
se miran mutuamente
el silencio se detiene
y comienzan los gritos
es la rutina de todos los días
dura tan sólo unas agudas lágrimas
el abusador desgarra los vestidos
y la inocencia de la pequeña Blanca,
mientras Erasmo presencia
la fatal desfloración
de repente
la puerta se cierra
retorna el silencio
se detiene el vuelo de una mariposa
en la malla del ventanal
y reincorporándose
hacen señas
desde la parte superior
a unos niños que jamás jugarán con ellos.

Jóvenes Letras de Chile

La Convención Internacional sobre los Derechos de la niñez, adoptada por la ONU en 1989 y firmada a la fecha por 160 países, abarca los derechos de supervivencia, crecimiento, protección y participación de los niños.

“Tienes derecho a exigir que la lectura sea un espacio mágico, admirable y sorprendente; a que todos reconozcan y contribuyan a hacer de ella un acontecimiento fascinante; y a leer en las orillas del mar, en la cumbre las colinas, en un bote surcando el río o trepado en la copa de los árboles. También a leer los libros al revés, si ése es tu deseo”. Derecho a la Esperanza, Danilo Sánchez Lihón, presidente del Instituto del libro y la lectura de Perú.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Momentos de tranquilidad




Y así se despertó, queriendo huir de su lástima, de sus miradas y ripios piadosos que le acompañaban cada dos o tres días. Ella aceptaba de alguna manera, la sombra inclinada que su imagen proyectaba en los escasos intercambios de palabras, como si extendiese sus brazos para recordarle su beso guardado unido a sus dos palmaditas de ánimo en la espalda.

Tras encender la luz, pasada esta impresión y descubrir la hora, las cinco menos diez de la madruga, se confortó al pensar que aún le restaban tres horas para levantarse. Intentó abstraerse imaginando animales mitológicos que empleaban los cuentos infantiles para embelesar y maravillar a los niños. Y así recordó su pueblo Moguer, continuó enlazando y llegó hasta la recopilación de historias de su pueblo, sobre un burrito blando, suave como una nube, o muchos burritos que son uno: Platero y yo de Juan Ramón Jiménez.

En aquella pista especial y discreta donde solo podían entrar en ella los apasionados a soñar despiertos, los que remolcarón y no abandonaron ese niño que llevaban dentro, los que en ninguna ocasión hollaron las uvas como si fuera arena. Poco a poco, recobró la serenidad y comprobó que dar sin recbir apostando por lo desconocido, albergar esperanzas y creer en la magia, no era de lo más iluso y utópico que a simple vista podría parecer...

soledad = tranquilidad
tranquilidad = momentos de inspiración
momentos de inspiración = cartas con forma de mujer
mujer = inspiración tranquila con forma de cartas de soledad

Nacho Buzón

domingo, 14 de noviembre de 2010

El parque




Y mientras paseaba con su perro por el parque, descubrió diferentes árboles que le llamó la atención, llegó a sentirse como David Noble, quien se topó con un bosquecillo en el que había menos de 100 ejemplares de un árbol desconocido y resultó que se trataba de un indivíduo prehistórico que se creía extingido desde hacía mas de 2 millones de años, el pino wollemi.

Contemplando un aromo, una catalpa, un tilo, un haya péndula, un arce japonés, un tulipanero, un roble sedoso, un abedul, un olmo,un álamo plateado, un sauce llorón pensó en el poema de Mario Benedetti: "Los árboles ¿serán acaso solidarios?". Soportan los rasguños y el orín de los perros, los nidos de los pájaros sobre las ramas, las marcas en forma de corazón de los enamorados, los golpes de las pelotas de los niños...

Pero los parques, con sus árboles como representantes, continúan disfrazando a los visitantes. Lugar predilecto donde se guardan aquellos que no tienen residencia ni trabajo, seres enfermos. Sus voces se agitan entre la arena y el polvo, se elevan como los remolinos que más allá del sonido se malogra, que al otro lado de la berja fenece en secreto.

A uno le gusta echarse sobre cualquier intento, saberse lo mejor, universo particular cielo de infelices. Llegan entonces los elegidos ofrecen llaves de aire, damos una cita, huimos hacia dentro. (Jacqueline Goldberg).

jueves, 11 de noviembre de 2010

Sin condiciones




Mientras tecleaba en la máquina de estenotipia para realizar la subtitulación en tiempo real para personas sordas, consideró que si algún día llegara a escribir lo haría para salvarse, ya que nunca se atrevió a hablar, ningún murmullo atendió a sus avisos. Al menos visualmente, las palabras a través de un texto dolían menos o incluso no observaban con cautela, puesto que la trampa que él le tendió y ella se vió envuelta, lo apreció como un bonito engaño.

Tampoco pedía tanto: solo algo de cariño, algo de ternura, algo y mucho de pasión, todo bien mezclado constituía una pizca de amor, un diminuto amor pero tenaz y constante. Se acomodó a su traza diaria por cualquier vía. Su mirada clara y limpia mediante aquellos ojos negros, aojaron su capacidad de discernir un corazón especializado en aplastar hormigas.

Pero él, que no oía o no oía bien, no escuchó su mirada e interpretó sus labios y a pesar de los gestos, semblante, ademanes y guiños, esta vez sobrevino el temible desenlace, sin posibles respuestas. Ni sus cuencos de cristal o los nuevos brotes verdes unidos con la tristeza de la retirada final, le hicieron entender el porqué de aquel final sin viaje en el tren blanco, sin humos, repasando "que la miseria de su corazón se sintiera al fin acompañada".



Escriba libros sólo si lo que va a decir en ellos usted nunca se lo confiaría a nadie.

Emil Michel Cioran

domingo, 7 de noviembre de 2010

Copia pirata



Samuel Montalvetti


Mientras escuchaba las profundidades del océano desde su ordenador, percibiendo sonidos de barcos, delfines, cachalotes, ballenas... a través de doce micrófonos distribuidos en el fondo del mar, pensó que esta vez no escribiría sobre su propio abismo, había muchos asuntos interesantes respecto a los que tratar: temas sobre cosas positivas, grandes hechos heroicos de la gente común o los sacrificios de unas personas por otras o incluso, acerca del amor (no carnal). Intentó inventar algo fantástico y que tuviera romance, drama, secretos y también alguna desaparición.

Pero esta vez no tenía ningún esbozo respecto al tema a tratar. No comulgaba con el fin de semana pastoral y a pesar de la resistencia, no se consideraba un ente que había hundido su persona en el barro. Ese día, más que otros, no se sentía parte de un cuerpo asignado por la historia, ni costilla, ni clavícula, ni ovarios.

Solo pensó en aquel pirata que abordó su nave, entretanto flotaba serenamente en el mar cotidiano invocando su causa perdida. Y se dió cuenta que no amó más de la cuenta, que disponía de la fuerza suficiente para desarmar cualquier leyenda o historia de ficción. Aprendió que no necesitaba más sabiduría que haberle asimilado de memoria, sin comprensión, con alguna regla nemotécnica: piel blanca, pelo rubio, ojos azules, y con alguna ficha rápida o chuleta.

Y entre algunas imágenes que aún retenía, apareció un poema de Ángela Ibáñez:
Me dices que dices no dices que te deje en paz, o tal vez deseas que no deseas dejar de verme. Piel y guerra de palabras en la piel. La verdad de los cuerpos que no descansan en paz. Que mueven y remueven el agua y la marea de sentimientos que no llegan y se retrasan. Erguido navío que lanza al techo su mensaje de sombras y sigilos. Dulce mensaje para los dedos que navegan, por esas aguas levantadas y redondas hacia el horizonte del sur, donde el amanecer empieza a despuntar y el sol parece que sale y termina por levantar.

martes, 2 de noviembre de 2010

Acontecer deseable




Yo llevaré a tu puerta mi astrolabio y mi esfera armilar y mis andadas.
Y llegaré sin dudas ni resabios, sin historia y sin huellas, y sin nada.
Y dormiré al cobijo de tus besos.
Y a la luz tersa de la amanecida carne y carne serán glorioso cepo.

Isabel Rodríguez Baquero




Mientras se desinflaba como un globo, pensaba:

Ojalá, me copees hasta trastornar todos mis sentidos, que mi imagen inunde tu mente. Que me abandone a flor de piel entre tus manos poco a poco en las tranquilas horas de este noviembre entibiado. Ojalá mis hombros se aseguren a tu pecho negro bullicioso. Y mi cuerpo silenciosamente destape primoroso la necesidad del relente.

Ojalá te pueda mirar sin miedo, sin pudor. Amasando día a día mi pasión por ti, atesorando todo tu cariño. Sin necesidad de palabras... que más dá! si ya desciframos lo suficiente. Y así, acabando con el tiempo señalado, consumiendo antojos, sea lícito abrirme a tus ojos, despojarme para ti. Sentirme entre tus brazos como el pan necesario, arrinconarme entre tus límites para que no pueda escapar.

Aunque luego desaparezcas. Aunque nunca regreses. Aunque se mude oscura y rancia mi savia para siempre. Aunque ceda y me rinda.

sábado, 30 de octubre de 2010

El reencuentro



Reencuentro, miradaalarte.com


Se conocieron cuando comenzaron a estudiar en la universidad. Poco a poco, entablaron una buena amistad, entre clase y clase se buscaban y permanecían juntos, estudiaban en el piso que él usaba en común con otros compañeros, paseaban por aquella ciudad desconocida para ambos, compartían cigarrillos y así lentamente, su presencia extendío una transparente neblina sobre ella logrando un preciso encantamiento o tormento. Hubo alguna ocasión en la que asistieron y compartieron ciertos espectáculos que nunca olvidarían, como aquella primera película totalmente creativa e innovadora de cine independiente o la primera exposición de pintura que contemplaron y les sorprendió.

Terminaron sus estudios y cada uno regresó a su pueblo, donde se dedicaron a buscar trabajo y a continuar con su vida. De este modo tan sencillo, cada uno se extinguió como una cuerda tensa que se rompe, con un chasquido seco y terminante. Siempre pensaron que Todavía les quedaría una oportunidad, que esos todavías eran posibles con el derribo de aquel muro que les distanciaba, albergando ciertas esperanzas al respecto.

Con el paso del tiempo cada uno encontró una pareja, rehicieron sus vidas en ciudades alejadas, sin ningún tipo de contacto entre sí, constituyendo sus propias familias. Veinticinco años después los compañeros de universidad se volvieron a encontrar con mucha curiosidad y alegría para celebrar aquel singular aniversario.

Y entonces al regresar al punto de partida, con veinticinco años de diferencia, algunos órganos descolgados, junto con barriga, arrugas, calva incipiente y sobre todo, muchas canas, se produjo el acercamiento. A pesar de todo, él no percibió apenas diferencia y ella lo encontró tan atractivo como entonces.

No se reunían desde aquella época, aquellos años de juventud, contemplandose y revisandose con atención. Hallarse fue un encanto, una necesidad para los dos, una deuda pendiente. Y eso es lo que hicieron a partir de aquel momento, disfrutarse con la intimidad absoluta, bebiendo y sorbiendo de sus voces, de sus cuerpos, de sus besos.

Ana Rosseti prestó y transfirió sus versos: Si con Noviembre un penetrante nardo ahogara los temblores de mis sábanas. Si lágrimas de lluvia diluyeran sucesos anteriores, y de mis ojos cayeran como hojas de otoño, desnudándolos. Si el tiempo desandase hasta cuando era inocente todavía y quieto y transparente. Y si, además, pudiera apresurarse, desplegar el velo que mi mirada contuviera, antes de que la suya alcanzara. Antes de que sus ojos sorprendieran en los míos el hechizo de Lucifer.

lunes, 25 de octubre de 2010

Cartas




Y con los años se amoldó a una pauta muy determinada: soñar y complacerse con la idea de que él retornoba detrás de ella, no le perdía la pista, intentaba a través de distintos reclamos mantener su dedicación y a ella, le gustaba jugar.

Mientras ella giraba a su alrededor, sentía su aliento cálido en ciertos momentos o insensible y hasta en determinadas ocasiones seco, en otros. Ella se detenía y lo contemplaba, a pesar de que conocía su única intención: quemarla y abrasarla, punzando su corazón para conseguir purgar los rechazos que él experimentó.

Él recogía todo lo que ella debaja caer, puesto que aquellos ideales y emociones, ahora perdidos, la vida se ocupó de poner cada cosa en su sitio. Pero ella seguía reyelendo sus cartas y se negaba a creer que el hombre que escribía aquellas palabras no sentía lo que decía.

“Me gustaría subir las escaleras desnudándome como sale en la tele” se decía a sí misma y reía. Esperaba por ver amanecer y así poder mirarle para después no verle nunca más. Eso fue lo pactado.

"En tres o cuatro ocasiones le brindó la oportunidad de hacer, alegre y elegantemente, una transición que a ella le pareció inevitable y él decidió no aceptarla. Lo único que deseaba era tomar de su vida lo más interno y externo que una mujer − una mujer como ella− pudiera dar, durante una hora, de vez en cuando y cuando a él le apetecía; y cuando la hora se acababa, se olvidaba de ella, borrandola de su mente y de su vida, tal como un hombre abandona a un acompañante que le ha proporcionado una distracción pasajera".

Carta de Edith Newbold Jones (Nueva York, 1862 – Francia, 1937) escritora y diseñadora estadounidense. Se casó con Edgard Robbins Wharton, doce años mayor que ella. Durante algunos años, al final de su tumultuoso e infeliz matrimonio, mantuvo un idilio con William Morton Fullerton, periodista que trabajaba en el diario The Times. Fullerton era bisexual, y alternaba su relación con Edith con un romance con el rajá de Sarawak. Ella misma, también bisexual, tuvo un largo idilio con la cantante de ópera Camilla Chabbert. Su obra más conocida es "La edad de la inocencia", que ganó el premio Pulitzer en 1921.

jueves, 21 de octubre de 2010

Clases de baile




Siempre tuvo mucho interés por sentirse dichosa y satisfecha con su vida. Comenzó varias carreras, intentaba entender el punto de vista de los demás, llegó a comprarse un balón para aprender algo sobre fútbol y contenerse y soportar los dos tiempos del partido, junto con las prórrogas de este deporte tan maravilloso y extendido entre tantas personas de su entorno. Pero le quedaba algo por aprender: danzar al ritmo de los chispeantes bailes de salón, tal como muchas de sus amistades autistas que trataba.

Su primera clase le impresionó, causando cierto desconcierto e inseguridad. Al colgar su cazadora repleta de ánimo, adentrandose en la sala con el vacío por la falta de control y confianza, ya que estaba convencida que sabría manejarse con cierta soltura y habilidad, se encontró totalmente desorientada, una torpeza desmedida en sus pies incapaces de continuar las instrucciones y pasos del profesor.

Las clases se sucedían y la ilusión junto con el entusiasmo comenzarón a desvanecerse. Los compañeros rehusaban bailar con ella, no hacía más que pisarlos, hasta ese momento no sospechó acerca de la cojera de sus pies. Deseaba encontrar una pareja de baile que le guiase. Ensayaba en casa, con su madre y casi toda su familia. Descansaba el día anterior para que en la sesión de baile estuviera radiante y descansada, con la diadema rosa en el pelo y su pañuelo de colores de vida al sol.

Y así, aquel romanticismo de televisión, con efecto de realidad integral y sexo de caridad y vida social aparente, se reveló como el triunfo de la confusión. "Óyeme tú, que ahora pasas al lado mío y un momento, sin darte cuenta, miras a lo alto y a tu corazón baja el baile eterno. Óyeme tú, que sabes que se acaba la fiesta y no la puedes guardar en casa como un limpio apero, y se te va, y ya nunca… tú, que pisas la tierra y aprietas tu pareja, y bailas, bailas". Claudio Rodríguez.

lunes, 18 de octubre de 2010

Galantes engaños



Guy Pene Du Bois


Sucede en pocas ocasiones pero su encuentro fue un affaire casual: les presentó una conocida, amiga de otra amiga, entre aquí y allí, ella era del Sur y él del Norte. En un principio ningún sentido se activó pero una sonrisa envuelta en profundos ojos negros llegaron muy próxima a la perfección, consiguiendo que ella entrara en una especie de cuarta dimensión, antes desconocida.

Al principio no le gustaba, imposible pertenecía a otra época, a otro mundo. Era el espejo donde se miraba, podía encontrar en él todos sus defectos: desconocimientos, inseguridades, descuidos, torpezas... disponía de todos los ingredientes necesarios para buscar otro cristal en el que reflejarse.

Y mientras representaban el mejor papel de sus vidas, actuando en un gran salón despacio y con la lentitud suficiente se encontraron y notaron como las veladas comenzaron a tornarse irresistibles, insospechadas y admirables.

¡Alto! -pensó-. Que nunca estuvo allí, que no estaría, ni siquiera llegó alojarse en la capa más superficial del córtex cerebral. Todo fue inventado, ni siquiera él existió o nosotros. No existió ni vivió nada de aquello, nunca.

José María Eguren lo describía con esta suavidad: Mis ojos han visto el cuarto cerrado; cual inmóviles labios su puerta está silenciado! Su oblonga ventana, como un ojo abierto, vidrioso me mira. Como un ojo triste, con mirada que nunca retira, como un ojo muerto.

viernes, 15 de octubre de 2010

Despreocupación



Ramón Casas


Era el primer encuentro después de las vacaciones. Los amigos, con sus respectivas parejas, solían reunirse un fin de semana de cada mes para no perder el contacto, pero esta vez Sonia llegó sola. Estaba desesperada porque había sido abandonada por su novio, por su amor. Y de hecho había intentado suicidarse, hacía pocas semanas había considerado muy seriamente llevar a cabo una tentativa de suicidio y en principio, estaban todos muy preocupados, intentando tratarla con delicadeza y entre algodones. Todos decían: "Hay que tener mucho cuidado con Sonia". "... porque ¿y si lo vuelve a intentar?".

Pero Pablo se distinguía de los demás. En un momento dado decidió aplicarle una terapia de choque: "Nada, nada, hay que dejarse de tonterías, nada de tratarla con algodones, hay que aplicarle una terapia de choque." Y entonces se dedicaba, por ejemplo, a burlarse, una burla por supuesto con la mejor intención. Llegada la hora de comer o de cenar, durante ese fin de semana, anunciaba: "Bueno, ya está la comida", y dirigiéndose a Sonia: "Tú no comerás, verdad, tú por supuesto, en tu estado de postración y de tristeza... No se te ocurrirá comer, espero". Normalmente, la reacción de ella era "Bueno... pues sí, yo creo que sí voy a comer", decía ella.

En el rato de la siesta, Pablo, que estaba paseando por el campo, la despertaba tocándole por fuera en la ventana, donde ella dormía, y le decía: "Sonia, soy Ángel (el nombre del novio que la había abandonado). Sonia, soy Ángel que vuelvo, vuelvo a ti, ábreme". Y la despertaba de este modo.

Lo hacía con tanta gracia que su amiga acababa echándose a reír a carcajadas. Y de hecho a partir de aquel fin de semana empezó a recuperarse, puesto que lograr ver la ridiculez del asunto, el conseguir contemplar una ironía ajena hecha con mucha gracia, la ayudó bastante a distanciarse del problema, que solo ella y su cabeza asumían.

Así lo tatareaba Ana Emilia Lahitte: Tenía un grillo entre las sienes y sabía decir mariposa. Lo demás lo ignoraba. Un día descubrió que Dios no era una alondra. Otro día les dijo a las simientes que sería más lindo brotar alas. Al fin
se convenció de que en el mundo hay demasiadas cosas sabias. Y se fue despacito, caminando, caminando hasta el alba.

(La anécdota es de Juan Benet)

martes, 12 de octubre de 2010

Mirando



Imagen de Bullanga


En estos primeros días de octubre atrás quedaban las vacaciones de verano, solo algunos recuerdos y conversaciones con sus amigos rompían la rutina diaria del otoño. Durante los últimos años, el mes de agosto lo entregaba al reencuentro con el viejo hogar, con el paisaje, con la familia, con los otros que tuvieron que emprender la diáspora.

Y mientras paseaba por los arrabales, fuera del recinto donde se movía habitualmente, observando colinas, algún riachuelo pensó en Las Cabañuelas. Los vecinos de su pueblo de origen eran muy aficionados a divulgar los factores que intervienían en la predicción de la meteorología, debiendo aprender a leer con tiempo y una buena dosis de paciencia. Fijándose en indicadores como la formas de las nubes, la dirección del viento, las características del sol, la luna, las estrellas, la niebla, el rocío de la mañana, el arco iris o el granizo...

Y así poniendo en relación tiempo, personas y cosas se alzaron las palabras de una canción de octubre que interpretaban como una serenata sus primos y ella, cuando eran pequeños: "Sal de casa, hermana, tiende la cama, barre el patio, pero sal pronto. Deja la parcela, hermano, aporca las judías, pero sal pronto. Despierta, abuela, canta tu canción al niño, pero sal pronto. Cásate pronto, novia, entra en la iglesia y besa, pero sal pronto. Deja la cama, amante, lava la mancha del colchón, pero sal pronto. Sal del mar, pescador, recoge las redes y los frutos, pero sal pronto. Deja la mina, muchacha, mira el fulgor de las piedras, pero sal pronto. Cierra la boca, maestro, repite la historia del vil renacuajo, pero sal pronto.Deja de cantar, enamorada, clausura el sueño de tu corazón, pero sal pronto. La calle espera. La vida, hermano, hermana, la vida nos espera".

viernes, 8 de octubre de 2010

Día de la Convivencia bloguera. 8 de octubre.




Un ratón salió a navegar en su barco pero no había viento.

El barco no se movía.


“¡Viento!”,- gritó el ratón.
“¡Ven y sopla para que mi barco cruce este lago!”


“Aquí estoy” ,- dijo el viento del oeste.


El viento del oeste sopló y sopló.

El ratón y el barco volaron por los aires…
... y fueron a parar al tejado de una casa .

“¡Viento!”,- gritó el ratón.

“¡Ven, sopla y baja mi barco de esta casa!”

“Aquí estoy”,- dijo el viento del este.


Y el viento del este sopló y sopló.

El ratón y el barco y la casa volaron por los aires…


y fueron a parar a lo alto de un árbol.


“¡Viento!”,- gritó el ratón.

“¡Ven, sopla y baja mi barco de esta casa y de este árbol!”


“Aquí estoy” ,- dijo el viento del sur.

El viento del sur sopló y sopló.

El ratón y el barco y la casa y el árbol volaron por los aires…


y fueron a parar a lo alto de una montaña.


“¡Viento!” ,- gritó el ratón.

“¡Ven, sopla y baja mi barco de esta casa y de este árbol, y de esta montaña!”

“Aquí estoy” dijo el viento del norte.


El viento del norte sopló y sopló.

El ratón y el barco y la casa y el árbol y la montaña volaron por los aires…

y fueron a parar al lago.


La montaña se hundió y se convirtió en una isla.


El árbol fue a parar a la isla y le brotaron muchas flores.


La casa fue a parar junto al árbol.

Una señora se asomó a una ventana de la casa y dijo: “¡Qué sitio tan bonito para vivir!”


Y el ratón se alejó en su barco.



Historias de ratones. Arnold Lobel. Ed. Kalandraka. 2000.


Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos.

Martin Luther King

miércoles, 6 de octubre de 2010

Costumbre



la costumbre de ver todo plano de Carlos Mir


Y al abrir la puerta del piso, sintió ese bálsamo aromático y de consuelo que necesitaba los últimos seis días. Colgó su bolso en el perchero, colocó las llaves en la argolla correspondiente y se dirigió directamente al sillón situado frente a la ventana. Después de pasar una semana en el hospital, necesitaba disfrutar de los pequeños detalles que pasaban inadvertidos en su vida: sorber poco a poco un café recién hecho, deletrear e interpretar un poema cualquiera, escuchar su programa de radio favorito, calzarse las zapatillas de deporte sin anudar... no permanecía y continuaba en su casa porque le gustara especialmente, no es que resistiera y cediera en el amor para ser amada, solo necesitaba presagiar la obligatoriedad, las patas de sus muebles, las manillas de las ventanas para apreciar su vida y la fuerza necesaria de cara a los días que estaban por llegar, y "no morimos para morir, tenemos sed y paciencias de animal" (Juan Gelman).

domingo, 3 de octubre de 2010

Extraño huésped



Edvard Munch / Separación


Rayaba el día con tonos azafranados cuando ambos permanecían despiertos pero simulaban continuar dormidos. Tanto él como ella en los últimos meses habían perdido las ganas de dormir, desatendían el momento de echarse en la cama para no coincidir y encontrarse en ese instante tan íntimo e incondicional. Se anticipaban al despertador para que el otro no percibiera el momento de la separación.

Desde su esquina correspondiente en el lugar prefijado de la cama, cada uno con sus ideas definidas y fijadas con claridad, pensaba en el otro. Él: "no te importo una mierda. Sólo estás conmigo porque eres demasiado insegura como para vivir sola, y en lugar de estar contenta por tener a alguien que te adora, coges esos estúpidos enfados y no puedo hacer nada para hacerte feliz. Estoy cansado. Infinitamente. Me pregunto si eres capaz de querer. Quizá no te quieres ni a ti misma. Tengo que fingir que no me importas para que me digas que estás a gusto conmigo, y ya estoy aburrido de fingir y de jugar al escondite, y de no saber si quererte u odiarte".

Ella: "Eres idiota. ¿Por qué no te vas? ¿No ves que juntos sólo nos hacemos daño? Yo tengo miedo de convertirme en una bruja solitaria y paranoica, pero ¿cuál es tu excusa? Te estás volviendo malo. Te estás volviendo como yo y eso hace que te odie más todavía. ¿Por qué no eres tú mismo? ¿Por qué no dejas de pedir mi opinión para todo? Lo peor es no sé si te quiero, no sé si sólo estoy contigo porque me he hecho adicta a tus declaraciones de amor. No quiero ser una cursi. No quiero ser como las demás, ponerme fea, gorda y chillarte porque llegas tarde. No quiero ser tu madre también. Ni mi madre. Quiero que seamos iguales. Quiero poder quererte porque sí, no porque tenga miedo de estar sola, no porque me compres cosas".

Y como epílogo, recordó a Claribel Alegría: Es extraño este huésped, este amor, cuanto más me despoja más me colma. En un santiamén, él se volteó hacia ella y mantuvo los ojos cerrados a lo que ella respondió, uniendo con fuerza sus párpados y revelando una fina sonrisa en sus labios, mientras se aferra a su pecho.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Consideración




Al entrar en la tienda de deportes, casualmente se topó con él. Hacía más de dos años que no se encontraban. Llevaba una bolsa con una caja de botas de montaña en su interior, recordó algunas de sus aficiones, aún permanecían en su memoria: salir a correr por las noches, hacer senderismo, disfrutar del campo, jugar dos días a la semana un partido de fútbol con sus amigos. Se rió levemente, sin emitir sonido.

Mientras se acercaba a él no advirtió ninguna extraña sensación en el estómago, ni la tímida sonrisa que presentaba su cara cuando se enfrentaba a su barba negra. "No, no lo tomes a mal, perdona". El saludo distante y seco, reafirmó la creencia que los últimos meses vagaba por su mente: ya no creía en la verdad, en la belleza y comenzaba a descreer y rechazar el amor. "Más, la frialdad que pongo en mis besos, no es cansancio, ni tedio".

En tanto abordaba su cara en la proximidad del beso, notó la fragancia que formaba parte de su piel, su aliento añejo y el roce de su mano en el hombro, que antaño producía el comezón y apetito de estar a corta distancia de su cuerpo. "Y tu cuerpo tiene el charme necesario para engañar o enlazar. Y tu boca, tiene aroma de claveles, de tarde al anochecer".

Pero al distanciarse y descubrir sus ojos, se deslindaron los límites del asunto para no dar lugar a más confusión: no repitas conmigo películas que ya viste y aún menos, no creas que hay algo importante en lo que haces. "No es cansancio, ni tedio. Es tan solo una certeza que no sé cómo surgió aquí, en mi corazón: no amor, no eres aquel, que mi sueño distinguió... la realidad mintió"*.



* El poema entrecomillado pertenece a António Botto (1897-1959).

domingo, 26 de septiembre de 2010

La pequeña pensión




En ningún momento le creyó capaz de abandonarle, olvidándole como guía de su deseo y admiración. Las campanas de su frente repicaron convencido de que ella permanecería a su lado, de un modo incondicional. Se encontrarón en un pequeño restaurante-pensión, donde merendaban habitualmente. Ella vislumbraba la zona en la que él solía detenerse a comer y descansar pero era imposible suponer que tropezarían en el mismo local.

Las visitas de ambos eran apresuradas e incluso, diligentes sin más demora que breves aclaraciones y comentarios acerca de los distintos menús. Pero tras aprender que las ocasiones son únicas y singulares, ella aprovechó un momento de ilusión y esperanza para aproximarse a él y compartir afición a través de un mensaje a su móvil, en el que anotó algo sobre el menú del día anterior. Inmediatamente, él entendió el juego de palabras.

A partir de ese momento, él se instaló permanentemente en la pensión, alquilando una habitación con vistas a la calle. Ella continuó viajando diariamente, parando en el hostal solo para comer. Mientras, él inició su actividad de decoración y adorno de la habitación para seducirla y cautivarla con la certeza de que ella sospechaba de su presencia en el recinto pero sin tener la veracidad y convencimiento de que era él, el inquilino de ese cuarto especial. Comenzaron notas, avisos, pequeños apuntes entre ambos, intercambiando pareceres, opiniones, vivencias comunes... pero su relación siempre se erigió encima de pilares de humo, por lo aquellas permutas se tornaron en pequeñas esquelas de su amor.

Con el paso de los meses, ella se cansó de tanto viajar y decidió hospedarse en la pensión. Sin conocimientos previos, se instaló e inició su trayecto, con la seguridad de que él la localizaría y tal vez, le prestase cierto impulso y cooperación, pero la única contribución que recibió de él, fue indiferencia, desprecio y desafecto. Y así durante cinco meses, él se encargó de recordarle su incapacidad, su inutilidad, acompañada de cierta pequeñez e impericia.

En el tiempo que compartieron pensión, él cambió de habitación, de ocupante haciéndose pasar por: un escritor afanado, una mujer maltratada, una chica apasionada y enamorada, un poeta transgresor, un caballero enamorado, una chica desencantada y marcada por un gran desamor, un sexólogo, una chica desenfadada, un vengador represalido, un padre de familia tradicional, una chica lesbiana y promiscua... en parte para desorientarla y parcialmente para demostrarle su gran capacidad para crear, su sobredotación elocuente.

Rafael de León lo expresó de un modo muy claro: En el estanque del día se han mojado tus palabras. El «no» sin eco posible de tu voz embalsamada, se está muriendo de frío en los cristales del agua. Tu «no», payaso de circo, dando la vuelta de campana, al hacer una pirueta cayó de la rosa al agua. De nada sirvió el «te quiero» último de mi garganta; de nada sirvió la luna que te mandé iluminada con jazmines de mi llanto y óleo de almendras amargas. Tu «no», de arroz empolvado, se deshojó sobre el agua...

jueves, 23 de septiembre de 2010

Clarividencia



Samsara


Esa noche ella salió con sus amigas. Hacía mucho tiempo que no se apropiaba de esta pequeña dispensa, ante todo porque él tenía determinados hábitos muy hogareños. Por otra parte, a él no le incomodaba este respiro, unas horas para estar a solas que ya eran cada vez más raras en su vida.

No obstante, para él aquel intervalo se tornó, pasando del aprovechamiento, del disfrute personal a la única idea que dominó su mente: ella y la noche en que la que por casualidad se conocieron. Su cara tan semejante a la de otras, tuvo un gesto generoso y extraño al suministrarle su amor, consiguiendo que sus sentidos se subyugaran y dominaran su cuerpo.

Sin embargo el amor cambia a las personas y transforma la delicadeza y la ternura, convirtiendo al otro en una persona que observa lo que pasa con disimulo para más tarde comunicar y alimentar la parte más negativa del individuo. Estableciendo sentencias como jueces corruptos, sin pruebas y difundiendo las sospechas a todos los medios de comunicación. Así, él advirtió aquella salida como una verdadera traición a su tranquila velada con amigas.

Mientras las horas pasaban la maquinación se acrecentaba y las dudas sobre ella y su fidelidad aumentaban. Hubo intervalos en los que cayó en la cuenta de que sus celos, inseguridades, egoísmo, ridiculeces eran injustificadas... pero inmediatamente las suposiciones y desconfianzas le aportaban clarividencia a su entendimiento, no cabía duda: ella miraría a otro hombre mientras sujetaba y bebía alguna copa de alcohol, confesaría algunas confidencias que le irritaban sobre él a sus amigas y por unos instantes saborearía una vida distinta a la que habitualmente paladeaba.

Después de tanta lucidez y resplandor, cayó en la cuenta de que ella dudaría como dudaba él, y que también se aburriría como se aburre él y que incluso algún día, ella habría soñado con follar como una loca con el tipo que anuncia una colonia. Y para apaciguar sus últimas ideas, se dijo a sí mismo que el amor es un juego donde cuentan mucho más los faroles que las cartas, y procuró ponerse razonable, pensar que es más hermoso que ella le quisiera porque existen las fiestas, las dudas y los cuerpos de anuncio de colonia.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Soledad




Reclinando la parte superior del cuerpo contra la pared se asomó a la ventana del pequeño comedor y observó cómo una madre estallaba granos de la espalda de su hijo. Solo una madre se entrega de ese modo a su hijo, exprimiéndole las "espinillas" o comedones, en términos médicos, puesto que ese comportamiento, según los etólogos, tenía una fuerte función de atracción y vinculación entre los miembros de una pareja, una familia y una manada.

En ese momento echó de menos a su madre, hacía más de cinco semanas que no sabía nada de su familia. No había contestado ninguna de las señales que su madre le había remitido, ignorando las llamadas perdidas encontradas en su móvil. De camino a la cocina, se detuvo en la ventana analizando a su vecino. Vivía solo desde que su esposa falleció. Su principal entretenimiento era ver la tele. Sobre las once de la mañana, le visitaba una asistente, encargándose de prepararle la comida, limpiar su casa. Y mientras advertía la actividad de la auxiliar por el salón de la casa del vecino, consideró su aislamiento, necesitaba una compañera de piso. Mirar por las ventanas a los vecinos era como examinar un acuario.

Ese recipiente de metacrilato, en el que se hacía posible la recreación de ambientes subacuáticos y albergaba la vida de peces, invertebrados, plantas, etc, se trocó en su pasatiempo favorito. Consideró que la gente que visita un acuario "no asesina a las serpientes de mar ni a las ratas de agua ni a los peces cubiertos de lepra" sino que mira a través de los cristales y "aprende": haber pagado su butaca no le confiere otro derecho. Y eso es lo que ella hacía: descubrir las costumbres, los detalles, las manías, los gustos de los residentes del edificio.

Y entre tanto hallazgo descubrió a Virgilio López Lemus, Soledad: Te vas quedando solo. Apoyaste todo tu amor en los ancianos que te sonríen y luego se marchan. Escribiste páginas borrables y poemas de corta duración, como tu vida. Ni los libros leídos ni los más amados estarán contigo allá, que es dónde.
Abiertamente solo, vas pensando, en la noche, cómo engañar a la soledad con un monólogo, con un aplauso.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Meme



Desde el blog de Aldabra, Congo y yo, me ha escogido para hacer un Meme, esto es, un meme en los blogs suele ser una cierta consigna que se cumple en un post y que se pasa a otros bloggers para que cumplan y pasen.

Entre las numerosas preguntas que hay que contestar, -ahora recuerdo la canción de Paco Ibáñez, La mala reputación: No, a la gente no gusta que uno tenga su propia fe... Todos todos me miran mal, salvo los ciegos es natural-, la pregunta correspondiente a los autores que me provocan una especial simpatía, es la que más me complace contestar:

Elisa Alcántar Cereceda, , toda una delicia de recrear sus poemas. Pedro, , con sus poemas especiales. Marisa Vegas, y sus maravillosos relatos. Norma Santos, y su particular visión de la vida. Cocina y cultura de Rosa, , excelente conjunción pintura y cocina. Encarni, y sus historias primorosas y delicadas. Rubén Vázquez con , mostrándonos su hermoso mundo interior. Marina Ceja y su , todo un agrado pasar por su blog. Alfredo, y sus cuentos tan excelentes. Rosalía, , con su exquisita educación y cultura. Mar con su Bitácora, y su dulce modo de contar historias. Belén y sus burbujas transparentes, , nos envuelve con su música e historias. Cecy y sus especiales gotas de lluvia, nos eleva a lo más alto. Alejandra y su Diario de una miope, , nos ofrece su agradable lectura. Merce con , recrea paraisos lejanos. Alfonsina y sus encantadores relatos, . Thayah con sus sonidos, silencios y suspiros... . María y su Pluma de cristal, . Coses que Vull dir, Art llum y su visión del arte y la ciencia, . Aída y su dulce realidad, . Pluma Roja, Aída y sus bellos poemas, http://plumarojablogspotcom.blogspot.com/. José Luis Zúñiga, con sus poemas amables, . Antonio Torres Márquez y su Sonrisa de Hiperión, . Susi Romero de la Torre y su Durmiendo en una papelera, , imposible que pase inadvertida. Felipe con su espléndidas Reflexiones y poesías, . Aniki, con sus relatos realistas y fantásticos, . Toro Salvaje con sus engaños tan certeros y rimados, . Gaucho Santillán y sus historias tan tiernas y emocionantes, . Manuel María Torres Rojas y su encantadora Casa de Citas (cómo evitar la visita), . Cavilaciones de Liliana Castro Morato y sus sensatas explicaciones, . Laura Caro y sus incuestionables y auténticos poemas, . María Jesús y su Paradela de Coles, , nos transporta como un mensaje en una botella de agua por todos abundantes paisajes. Leonorcita y su Pluma al viento, . eMILIA, en HANDLE WITH CARE con su color naranja y su flor camelia, . Laura y Su fondo de bolsillo, , es todo un placer su lectura. José Alfonso y su imposible anonimato, , es todo un regocijo leer sus elucubraciones. Ceci y su Entre líneas urbanas, , con su frescura y atrevimiento. Sandra Apablaza, Ledeska, y sus poemas, relatos, haikus.

Vidas Secretas y sus cautivadores relatos, . Relatos de un alma errante, y sus estupendas historias. Arwen y con Solo una calada más, , recrea paisajes y lugares idílicos. María Rosa, en sus Cuentos y poesías, , nos muestra Raices de un pasado que alimenta el presente. Carlos, con su libro Llevarás en la piel, , nos hace "quedar fascinadas". En Una mujer y mil imágenes, , Arlette nos habla sobre ella. Mª Carmen, 40 añera y una más,, siempre encuentras aspectos interesantes en los que profundizar. La acequia de Pedro Ojeda Escudero, , entre su análisis del Quijote y sus profundas meditaciones y pensamientos, resulta muy interesante. Dona invisible a Viena, , nos regala visiones muy acertadas sobre nuestro lenguaje y medio. Murmullos de Mina, , nos envuelve en su poesía. Frío que sale de tu boca, Enrojecerse, , moldea las palabras y el momento.

Pez globo y lobo, , "el sitio del seguir más verdadero". Taty Cascada, en sus Secuencias del alma, nos abre un lugar especial para recrearse en la palabra. Evadir-se, , nos lleva por su mar especial. Palabras al abismo, , nos busca escondites donde esconder sus palabras.
Alís en Mi cajón desastre, , expresa con tanta facilidad el sentimiento, que es sencillo hallarlo. Ío, vive a caballo entre la Tierra y la Luna, . Isabel Martínez Barquero, en El cobijo de una desalmada, , no se esconde alguien anónimo, ella es especial. Marisa, Xanela, , nos hace volar en castellano y gallego. Mágica-mente amante, , nos ofrece pensamientos y vivencias de una mente libre. Ico, el blog de las mujeres manos pata, La profesora chiflada, , nos habla de cielos y cultura.

Lamento no señalar todos los blog que leo, seguro que me quedo bastantes en el tintero. Solo concretar, que me gusta leer vuestros textos, poemas, relatos, historias, pensamientos y reflexiones. Gracias a todos y todas.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Advertencia




Al cruzar la primera puerta blanca del descansillo, justo al entrar con su titubeante llave de luna gélida, hizo memoria. Intentaban, por separado, vender el piso que habían adquirido antes de que ella se cruzara en sus vidas. Al deslizar las cortinas por el riel, observó cómo el toldo se mecía como un pañuelo al despedirte en una estación. Entre los dos eligieron el estilo de los muebles, el color de las paredes, la forma y color de los muebles de la cocina.

Nada era preciso ni terso, todo el mobiliario y las estancias le parecieron cavernosas, deprimidas. En algún momento consideró vivir en aquel piso, planteandose retribuir su parte y convertirse en la única propietaria de la vivienda, pero abondonó aquella idea al sentirse como un pájaro enjaulado lleno de perpetuidad sin vida.

No podía continuar sufriendo. Él la amó mientras permanecieron unidos y más tarde, la abandonó por una amiga común. No por ello podría odiarle más. No existen niveles de rencor e inquina. El dolor y la angustia que ella sentía no era más elevada por proceder de dos personas muy cercanas y próximas. Buscando un poema reparador y con un cierto toque reanimador, encontró la Advertencia de Felipe Benítez Reyes: Soporta tu dolor en soledad, porque el merecimiento aún de la adversidad mayor está justificado si fuiste desleal a tu conciencia, no apostando sólo por el amor que te entregaba su esplendor inocente, sus intocados mundos. Así que cuando sufras —y lo harás— por alguien que te amó, procura siempre acusarte a ti mismo de su olvido
porque fuiste cobarde o quizá fuiste ingrato. Y aprende que la vida tiene un precio que no puedes pagar continuamente. Y aprende dignidad en tu derrota, agradeciendo a quien te quiso el regalo fugaz de su hermosura.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Imprescindible




Mientras rallaba la cáscara seca de algunos limones recogidos de su limonero para después molerla y guardarla en tarros pequeños de mermelada, conservando el sabor y el aroma pensaba de qué modo se podría mantener y preservar el cascarón y la cubierta, sin que el roce deteriore la esencia, lo necesario e imprescindible para que alguien sea quien es. Bertolt Brecht lo tenía claro: Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.

Intentando buscar actitudes imprescindibles rastreó y examinó para descubrirlas: en primer lugar, husmearía en las noticias de actualidad que constituyen una fuente inagotable de ideas. Otra opción sería el arte y la literatura, siendo una interesante fuente de inspiración (un poema, una película, un libro...) para adquirir conocimiento. Acudiría a foros de debate y se asomarse a las redes sociales, puesto que tratan temas de actualidad que preocupan a las personas. Formarse contribuiría al crecimiento personal, escuchar a personas que saben y tienen experiencia, sería otra alternativa.

Entre tanto, guardaba los tarros en el armario y consideró:¿De qué manera conseguir una unión perfecta entre el terciopelo, los valores y el gancho, la toma de decisiones y el comportamiento? Al igual que dos cintas esto es, el velcro, una de ellas con garfios y ganchos para adherirse a un causa, a una idea, a un estilo de vida y la otra cinta, suave como un lazo o terciopelo, cuenta con unos rizos delgados que facilitan que se fijen al contacto y al impulso que los una. "Llevas un impulso irresistible de apagar la noche. Cerrados los ojos a los recuerdos, te ocultas en tu cobija blindada para rayos equis. En el escalofrío del malsueño, vuelve a encenderse la luna noche a noche —de la suma que queda— has de continuar en el intento".

domingo, 5 de septiembre de 2010

El poeta




Sentada en el retrete contempló los primeros racimos de flores violetas y malvas de la pequeña glicina que trepaba por las rejas de la ventana, anunciando la llegada del otoño. Y de repente, recordó el correo electrónico de su amiga María José en el que le enviaba un poema inédito de Héctor Álvarez Murena, Glicinas:
El gran poeta Li Po nunca escribió ningún poema. Miraba ramos de glicinas. Reía siempre a veces lloraba también. Espejo de lo creado. Eso fue todo.

Mientras se lavaba las manos, el poeta recomendaba lavar primero el mal que tienes a tu alcance y si te queda tiempo, del otro mundo. Mirándose a través del espejo, hallaría cómo es, su verdadera imagen no por medio de otro cristal ajeno, que siempre ofrece una representación fragmentada y defectuosa de ella misma. Al secarse las manos con fuerza, dejó atrás la inmundicia y porquería que hacía tiempo que olía, como el moho que se instala y fija en las paredes húmedas de los cuartos de baño al que hay que mantener a raya.

Antes de salir echó un vistazo al cuarto, ¿qué guardamos en un aseo o en la habitación destinada al esmero y cuidade de nuestro cuerpo? Ella colocaba los frascos que utilizaba para sus rituales de belleza, toallas, champús y geles de ducha, esponjas. Pero el poeta era singular: guardaba cajas de vino. Allí lo hallaron fallecido en su casa de Buenos Aires.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Máximos mea culpa




Vahído se escribe con v... después de descubrir esta falta ortográfica o metedura de pata garrafal, debía cumplir mi peninencia: me pondría el traje más elegante que encontrase, me maquillaría con esmero y saldría rumbo a la biblioteca más cercana. De camino a mi expiación, recordé cuando en edad de colegial esperaba el trasnporte escolar cerca de las dos acequias, con frío en invierno y calor en primavera.

Al llegar las cartillas y la pizarra le esperaba, junto con el abecedario al derecho, al revés y salteado. Después dibujaba las letras una por una imitando el modelo del maestro en el cuaderno. Palito de la t. Lacito de la f. Patitas de la m de la n y de la ñ. Sombrero de la ñ. Barriguita de la b, d, g, p, q. Rabito de la a y la o, de la u y de la v. Ojito de la i y de la j. Todas sentadas en fila sobre la línea recta, con piernas hacia abajo la f, la g, la j, la p, la q y la y. Con brazo levantado la b, la d, la h, la l y la t. Minúsculas y mayúsculas. De imprenta y cursiva. El que no sabe es como el que no ve. Abecechedé, eefegeacheijotacá, eleemeeneeñeopecú, ereerreeseteuvé, equisyezeta, déle al burro con la maceta. Consonantes y vocales. Aeiou, el burro sabe más que tú.

Con el paso de los cursos y de los años, se fue comprobando una deficiente adquisición del lenguaje, como resultado de un aprendizaje que adolecía de unas orientaciones pedagógicas adecuadas. Llegando a la conclusión que una pésima ortografía se aliaba con una alarmante incapacidad expresiva, mostrando una falta de cultura... pensó como colofón.

Acabó por considerar la convicción de que alguien que no observase las normas ortográficas, tampoco sería cuidadoso con sus reflexiones, de modo que no valdría la pena leer lo que escribe. Publicar sus escritos sin revisarlos previamente era un signo de dejadez e impulsividad. Y alguien con esos defectos jamás escribiría nada que merezca el tiempo de los demás. Si la vida fuera eterna, un desconocido o amigo se podría plantear el ayudarle; pero como son cuatro días, es preferible leer a personas que cuiden sus escritos, porque quien cuida la forma también cuida el contenido... continuó torturándose.

Post scríptum: ¿Una persona que escribe en un blog no merece ser leída por sus faltas ortográficas? ¿Quién tiene el derecho de decir que esa persona no merece ser leída? ¿Son tan importantes las faltas ortográficas en la escritura? ¿Hay que impulsar unas reglas underground cuyo efecto en los modos expresivos es sintomático de una sociedad alternativa?

martes, 31 de agosto de 2010

Ana


Nadine Stair:

Yo he sido una de esas personas que nunca van a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un impermeable y un paracaídas. Si tuviera que hacerlo de nuevo, viajaría más liviana de lo que lo he hecho.

Y entre la noche mágica de San Juan y el enardecido y caluroso verano, apareció una pequeña habitación inesperada, donde velar y custodiar su eterna ilusión. Con algunas bascas incontrolables y pequeños bahídos, refugió entre lágrimas el sueño más deseado. Comenzó a hilar y entrelazar junto con dedales y agujas que sollozaban un secreto de agua, sangre y falta de ruido. Uniendo con hilo de vida enhebrado en la aguja de su cuerpo, disponiendo como puntos de sutura, va formando un nuevo asidero en el que concentrará y girará toda su vida a partir de ahora.

De pronto, un punto se escapa y la otra mano que sujetaba y servía de apoyo a la adversidad decide desatarse de la aguja, del hilo y de la esperanza. Para él carecía de fundamento en su realidad, sus circunstancias no le permitían tener tiempo para el telar. La confianza y seguridad que él le proporcionaba no mermaría el entrelazado que día a día aumentaba de tamaño en la pequeña habitación.

Poco a poco, sus pechos como ovillos de lana virgen se fueron ensanchando y su cintura aumentó y llegó a exaltar junto con su ánimo, su próxima y cercana maternidad. Ella modificó el orden de sus apellidos, su padre no admitía y toleraba afrontar la concepción y maternidad en solitario, pero la decisión fue clara: a los treinta y ocho años sabía lo que quería.

Felicidades mamá.