
Ramón Casas
Era el primer encuentro después de las vacaciones. Los amigos, con sus respectivas parejas, solían reunirse un fin de semana de cada mes para no perder el contacto, pero esta vez Sonia llegó sola. Estaba desesperada porque había sido abandonada por su novio, por su amor. Y de hecho había intentado suicidarse, hacía pocas semanas había considerado muy seriamente llevar a cabo una tentativa de suicidio y en principio, estaban todos muy preocupados, intentando tratarla con delicadeza y entre algodones. Todos decían: "Hay que tener mucho cuidado con Sonia". "... porque ¿y si lo vuelve a intentar?".
Pero Pablo se distinguía de los demás. En un momento dado decidió aplicarle una terapia de choque: "Nada, nada, hay que dejarse de tonterías, nada de tratarla con algodones, hay que aplicarle una terapia de choque." Y entonces se dedicaba, por ejemplo, a burlarse, una burla por supuesto con la mejor intención. Llegada la hora de comer o de cenar, durante ese fin de semana, anunciaba: "Bueno, ya está la comida", y dirigiéndose a Sonia: "Tú no comerás, verdad, tú por supuesto, en tu estado de postración y de tristeza... No se te ocurrirá comer, espero". Normalmente, la reacción de ella era "Bueno... pues sí, yo creo que sí voy a comer", decía ella.
En el rato de la siesta, Pablo, que estaba paseando por el campo, la despertaba tocándole por fuera en la ventana, donde ella dormía, y le decía: "Sonia, soy Ángel (el nombre del novio que la había abandonado). Sonia, soy Ángel que vuelvo, vuelvo a ti, ábreme". Y la despertaba de este modo.
Lo hacía con tanta gracia que su amiga acababa echándose a reír a carcajadas. Y de hecho a partir de aquel fin de semana empezó a recuperarse, puesto que lograr ver la ridiculez del asunto, el conseguir contemplar una ironía ajena hecha con mucha gracia, la ayudó bastante a distanciarse del problema, que solo ella y su cabeza asumían.
Así lo tatareaba Ana Emilia Lahitte: Tenía un grillo entre las sienes y sabía decir mariposa. Lo demás lo ignoraba. Un día descubrió que Dios no era una alondra. Otro día les dijo a las simientes que sería más lindo brotar alas. Al fin
se convenció de que en el mundo hay demasiadas cosas sabias. Y se fue despacito, caminando, caminando hasta el alba.
(La anécdota es de Juan Benet)
Me gusta Juan Benet. En su "Volverás a Región" descubrí por primera vez cómo se podían decir verdades que pasabas desapercibidas.
ResponderEliminarCreo que Sonia tenía un gran sentido del humor, menos mal. Me gusta como ahondas en las relaciones humanas. Siempre es un verdadero placer leerte. Besos.
ResponderEliminarSalir de la depresión es complicado, es un mal bicho que te agarra con mil brazos y no te suelta, las frases finales son maravillosas, así da gusto, me ha gustado,
ResponderEliminarUn beso
Me encanta el cuadro de Ramon Casas que has puesto. Y, por otro lado, todos hemos hecho alguna vez un mundo de un problema como el que narras, pero no todos hemos tenido a esa persona que nos ha hecho ver la verdadera dimensión del mismo.
ResponderEliminarQue tengas un feliz fin de semana, Lemaki!
Pablo me parece un psicópata y Sonia una cuentista si pasó del suicidio a las carcajadas en tan poco tiempo.
ResponderEliminarSaludos.
mariposa
ResponderEliminaratte
un grillo
bst
El interior de las personas es tan complejo....
ResponderEliminarUn placer leerte.
Besos
Me ha hecho gracia la anécdota. Primero pensé que ese Pablo era un cretino; reflexionando, puede que yo hubiera hecho algo parecido. Aunque hay que saber mucho para eso.
ResponderEliminarBs
qué bonita lección para levantar el ánimo de los corazones rotos. Gracias. También yo estoy en ello.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHay muchos motivos para seguir adelante, aunque en momentos de abatimiento, parezca todo lo contrario.
ResponderEliminarMuy astuto el amigo Pablo que la hacer reaccionar. Además, Sonia debe pensar que si su novio la dejó, "él se lo pierde, ¡que carajo!"
Me gustó la reflexión de hoy.
Bss.
Quería darte las gracias por tu comentario, para nada lo has complicado. Al contrario, has descrito perfectamente lo que siento. Más tarde paso a leer tu post, querida y estupenda Lemaki.
ResponderEliminarGracias, lo estoy pasando muy mal por culpa de un supuesto amigo.
Mil besos.
La terapia de choque se ve que es efectiva. Quizá a mi me hizo falta en algún momento, pero nadie me la aplicó, ni siquiera cuando viví en Argentina. Y eso que allí son casi todos psicólogos.
ResponderEliminarBesos
Me ha gustado leerte. Pasa un buen fin de semana
ResponderEliminarNo leì a este señor.
ResponderEliminarLa anecdota es buena, pero Sonia tenìa buen humor.
Yo le hubiera dado un sartenazo.
Saludos
Muy bueno, lo mejor es afrontar los miedos, los peligros, para superarlos.
ResponderEliminarMe encanta la imagen.
Un saludo.
Me gustó la anécdota... en situaciones parecidas, esa actitud suele ayudar a que, como hizo Sonia, te des cuenta de lo estúpido de la situación y tu comportamiento... Un saludin!
ResponderEliminarLa sinceridad ante todo: Jamás leí a este autor. Pero que trataré de leerlo, ni lo dudes, me encantó! Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarTe agradezco el generoso comentario que me dejaste.
BESOTES HERMOSA Y BUEN FINDE!
Qué anécdota tan interesante. Supongo que nos enseña algo, porque muchos de nosotros haríamos lo que hicieron sus amigos, tratarla como si fuera de cristal.
ResponderEliminarMuchos besos, guapa;)
¡Cómo me gusta leerte!
ResponderEliminarLlenas de mariposas mi alma.
Gracias.
:)
Buen final!
ResponderEliminarpero cada persona es un mundo... debería haber una terapía para cada persona.
Me ha gustado mucho!
Buen relato, cotidiano. Hay muchas Sonias por allí no tengas pena, algunas logran su cometido, otras logran casamiento con la amenaza de suicidio.
ResponderEliminarMuchos besos,
hasta pronto.
¿Acaso te inspiró Dido?
ResponderEliminarMe legra el final del cuento. Es como debe de acabar, sobreponiéndose, volviendo a la vida.
Salu2.
Linda historia. Parece que Sonia solo quería dar un aviso, no?
ResponderEliminarbella anécdota del final.
lindo leerte, Lemaki!
No está bien dejar colgada tu autoestima y tu vida en manos de alguien que puede huir con todo eso, sin pensar en el vacío que deja tras de sí.
ResponderEliminarTodos conocemos ese dolor.
Ojalá la teoría bien sabida, anulase la mutilación de la práctica.
Bien por tu relato... para reflexionar dentro de su belleza. ¡Un abrazo, Lemaki!
Supongo que sí, tendré que aplicarme el cuento.
ResponderEliminarMe miraré en la parte opaca del espejo, creo que ahí tengo mejor cara, fíjate, como será la de la otra a la que hablaré, a base de cachondones golpecitos en el cristal. Y si llega una visita, le diré, de los dos, a quién hablar. O mejor; dejaré que decida él, mal que me pese. Espero que el visitante, con la guasa, no apure lo que queda de mi botella.
Si te he liado, dímelo.
Lemaki, un beso.
Es curioso como algunas cosas que parecen tan tremendas... no lo son. Y aparece algun Pablo (entre sádico y gentil), que nos devuelve a tierra...
ResponderEliminarMe encanta leerte... será por los contenidos... y las imagenes...
Besos
Siempre es un placer leerte, ¿pero es realmente tan fácil superar el desamor?
ResponderEliminarUn abrazo, me encantan tus historias
Ello demuestra que nuestra mente es aún una desconocida y que de ella se puede esperar cualquier cosa.
ResponderEliminarBuenísimo relato que ahonda en lo más íntimo y en la necesidad de las relaciones humanas.
Juan Benet es uno de los escritores más sensibles de la última generación y desligado del grand styl tan en boga en su tiempo.
Saludos
Tengo un hijo de diez años, con el que las paso canutas en estreñimiento.
ResponderEliminarYa ve; uno, que es prolífico.
Je! Un beso.
Ah! Tuve a Adrián con 39. No me refiero a fiebre. Me referí a mi edad de entonces. Sí. Florecen canas. Pero aún no tantas, carajo!
ResponderEliminarOtro beso.
Un placer leerte.
ResponderEliminarLos corazones destrozados suelen regodearse en su pena, sentirse peor.
Los buenos amigos se ven en esos momentos. Un beso.
mariarosa
Me he quedado pensando, no se si el amigo era un idiota o un tipo inteligente, en principio no me gusta la técnica pero si es verdad que hay que no darle mas importancia de la que se tiene a un problema y afrntarlo desde la óptica del humor siempre permite ver mejor.
ResponderEliminarUn beso
Deshacerte involuntariamente de alguien que no te quiere, no me parece un trauma, me parece una gran fortuna con tintes tristes, eso sí, y una gran oportunidad para emprender otra ruta mejor que haga crecer y disfrutar. Los malos ratos, inevitables por otro lado, deben durar poco, lo justo para que nos aporten experiencia y muchas más ganas de vivir.
ResponderEliminarInteresante entrada.
Saludos.
Ella volvió a sonreír gracias a él, sí, pero qué ocurrirá cuando él ya no esté ahí para hacerla sonreír. Y es que hay personas que abusan del apego emocional hacia los demás. La verdadera sanación dependerá única y exclusivamente de ella.
ResponderEliminarBellísimo relato.
Besosssss.
¡Que anécdota más chula! ¡Que complicado ayudar a alguien con ese problema ya que nunca saber como acertar!
ResponderEliminarUn saludo Lemaki.
las depres son tan diversas como las personas que las padecen
ResponderEliminarninguna es igual a otra ni aún en el mismo envase
bello cuadro, interesante perspectiva que planteas en las relaciones humanas, sin duda dentro del laberinto, cada cual tiene sus propios atajos para reconstruirse.Aunque algunos no logren llegar a la salida y erren con el final
besitos de luz
Interesante relato de Benet...
ResponderEliminarno todos sabemos ser 'Pablos' ante la -cada vez mayor- cantidad de 'Sonias'
abrazos y buena semana :)
Un mal tremendo lemaki, tanto como el relato de Benet. Pablo vs Sonia...
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana.
Por cierto te enlazo en mi página que aún no lo había hecho.
Arwen
Por suerte siempre hay un Pablo, que empuja desde la alegría y el sentido común. La vida es demasiado bella para abandonarla por amores contrariados.
ResponderEliminarUn beso para tí (y otro para Sonia) :)
a muchas personas, les sirve ese trato, que parece desubicado para la situación.
ResponderEliminarpero, en el fondo es un sacudón que las despierta de una pesadilla.
kisses
Me ha hecho sonreir el texto porque yo también hubiese hecho lo mismo, soy amante de las terapias de choque... y las pongo en práctica.. saludos
ResponderEliminarcurioso planteamiento, a mí creo que me funcionaría mejor un como estás o un abrazo,
ResponderEliminarque te hagan reír, por otra parte, está bien :)
biquiñosss :) y gracias por tu comentario :))
Lemaki, otro aspecto de esta edificante historia lo constituye el asunto de la declaración de ruina de ese inmueble. Lo cierto es que el expediente administrativo estaba atascado y fué la señora que descendió por la ley de la gravedad quien lo desatascó "velis nolis". Otro besillo al tresbolillo...
ResponderEliminarNo tengo otro medio da darte las gracias. ¡ignoro tu correo! Así paseo por tu blog.
Lamentablemente no todas las cabezas funcionan ni reaccionan igual. Un ejemplo la mía...jejeje. Grande, calva y dura como el granito. Así me va. En fin
ResponderEliminarBésix
Me he sonreído con la anécdota.
ResponderEliminarEl pesar de Sonia no era tan grave como para que no apreciara el resto de las cosas de este mundo. Por fortuna, claro. Que no hay desengaño amoroso que merezca un duelo eterno.
Un saludo afectuoso y gracias por estas perlas que desgranas, Lemaki. Son una auténtica gozada.
Nos pueden robar todo menos la risa, sería imperdonable. Me encantó el optimismo de la entrada porque yo soy un poco payasona, siempre intento desdramatizar en la adviersidad.
ResponderEliminarBesos desde la roca que me cobija
Mar (... La vendedora de humo)
Que ironía tratar el tema así.
ResponderEliminarPero bueno parece que hay tratamientos dispares para cada ocasión.
Muy interesante.
Para pensar.
Un beso
Yo diría que Pablo fue un buen amigo, supo encontrar el justo remedio para las penas de Sonia.
ResponderEliminarPreciosa la anécdota¡¡¡
Besos, Lemaki
Ío
Creo que las terapias de choque funcionan, aunque también depende de qué cosa o a qué persona hay que hacerle la terapia. En este caso el resultado ha sido positivo, porque la amistad en una buena terapia de choque.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues no soy de las que tire la toalla... más vale un tú te lo pierdes, claro que la terapia de choqueeee... no sé, no sé...
ResponderEliminarMás besos abisales, me pongo al día!
yo también creo en la terapia de choque, en eso de que es bueno quitarle hierro al asunto... dramatizar las cosas no lleva a nada, sólo a más tristeza, a revolcarse más en el dolor.
ResponderEliminarbiquiños,